martes, 13 de enero de 2009

Lo capital del capital

Tanto en la última anotación del año pasado, como hace pocos días, hice referencia al libro escrito por Henry Ford sobre Thomas Alva Edison.

En su primer capítulo "Cómo conocí a Edison", tras exponer lo narrado hace pocos días, narra la siguiente conversación, desarrollada en 1896, y, tratándose de los interlocutores, plenamente actual:

Hablamos aquel día cuando terminó la Asamblea y me hizo ir a New York con él.– Había un coche descubierto en el tren y Edison lo escogió: siempre prefiere un coche descubierto, y en nuestras excursiones en automóvil ocupa invariablemente el asiento delantero junto al chófer.–
(…)
La conversación de Edison aquel día versó principalmente sobre Míchigan y los primeros años de su vida allí.– Sus inventos parecían de un interés secundario para él.– En aquella época, Pingree, el pintoresco alcalde de Detroit, posteriormente gobernador de Míchigan, hablaba de la abolición del capital, etc., del modo general con que se hacía en aquellos tiempos y dada su posición y carácter firme, estaba provocando cierta agitación.– Edison vive de ordinario en el mundo creado por él, pero sabe siempre exactamente lo que está ocurriendo en el resto del mundo.– Estas teorías contra el capital lo irritaron.–
«¿Cómo pueden esperar obtener algo sin capital?», observó.– La observación me pareció inteligente–el capital no lo es todo, pero nada se puede emprender sin él.–
Algunos años antes, cuando trataba de extender el sistema de luz eléctrica por toda la nación, había experimentado Edison ciertas dificultades muy penosas y vió claramente que aquella agitación infundada contra el capital podía sólo diferir el progreso.–
Porque sin capital no podrían construirse las instalaciones, por lo que los beneficios de la distribución de la electricidad, tanto para la luz como para la energía, serían dilatados, y así la gente, haciéndose más pobres
(sic), no podría prosperar.–
Después de los años transcurridos, me sería imposible asegurar si fué entonces cuando Edison me dió su parecer sobre el capital; pero desde aquel tiempo me ha hablado frecuentemente sobre el mismo tema.– Sabe perfectamente los males que pueden acompañar al capital privado; pero cualesquiera que éstos sean, los considera infinitamente menores que los que podría acarrear el mal uso del capital público.–
En efecto, a menudo le he oído decir que si bien con el capital privado algunos pueden beneficiarse indebidamente, aun así, todos se benefician, porque, por lo menos, algo se hace y como la empresa tiene que sostenerse con sus fondos, el público, en fin de cuentas, sale beneficiado.– Pero con el capital público no tiene que hacerse necesariamente mucho, y, en general, no se hace. Algunos pueden beneficiarse, pero no el público.


Pues bien, errando por la Red el otro día, me acabé encontrando con un artículo de fondo de The Wall Street Journal del pasado día 2 de enero. El artículo se titula Treasury to Ford: Drop Dead, y de él transcribo los dos últimos párrafos.

Ford -- and for that matter Honda and Nissan and most others -- makes cars with American workers. President Bush justified the auto bailout in the name of saving jobs, but apparently GM's jobs are more valuable than others. And with the taxpayers now having a stake in GM and Chrysler success, the Washington temptation will be to take other steps to help the two companies gain market share at the expense of their private competitors. Never mind that Ford is still struggling and Toyota recently posted its first full-year loss in 70 years.

This is always what happens when politicians decide to muck around in private industry. Even when made with the best intentions, their policy decisions have unintended consequences that help some companies at the expense of others. Meanwhile, your neighbor who buys a GM SUV this weekend with 0% financing should thank you when he pulls into the driveway. He did it with your money.


Pues eso, with our money.

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