viernes, 27 de marzo de 2009

Homo homini lupus?

Este pasado fin de semana he leído, aprovechando un viaje en tren a la capital del Reino (de España), la novela El lobo, de Joseph Smith.

La portada del libro (de Ana Yael) recoge varios de los aspectos de la novela, de los que podemos destacar, en primera providencia, el blanco de la nieve, continuamente presente, también protagonista, silencioso y frío.

"De entre los árboles por delante de mí me llega el ruido de pezuñas aplastando la nieve. Todo lo demás está en silencio. Me quedo de pie mientras la respiración se condensa alrededor de mi cabeza en el aire helado, escuchando sin moverme, sin ver nada salvo el suelo blanco y los troncos puntiagudos y negros de los árboles. Huelo a la bestia. Su aroma es limpio y fuerte y se destaca por encima de los olores más fríos del bosque, tentándome, atrayéndome hacia ella. No puede andar muy lejos pero la arboleda aquí es tan densa que no la veo y por tanto sigo adelante, avanzo a pasos cautelosos entre los árboles, saltando sobre las ramas caídas, todo con tanto sigilo que únicamente un ratón durmiendo en la madriguera justo donde aterrizan mis zarpas abriría un ojo, para cerrarlo en cuanto lo dejase atrás.
(…)
Y me pregunto qué sentirá la bestia al mirarme a los ojos, porque yo sé de dónde vengo y lo que soy, porque soy un lobo, el que quita vidas: el predador. Ataco con los ojos abiertos y veo la muerte intensa y feroz en la mirada de mi presa. Yo soy el lobo, la sombra que trae la luz de la muerte, la vida que reparte libertad a los rebaños trabajadores y temerosos y pone fin al sufrimiento de sus miembros más débiles. He acompañado a muchos para escuchar sus últimos estertores, sujetarlos, abatirlos, desgarrarlos mientras gimen, y pelean por una vida de la que se han desentendido, que han olvidado vivir, para calentarlos y por fin despertarlos de nuevo entre las llamas de su final.
Todo esto se lo muestro a la bestia en un instante y aunque sabe que estoy solo y sin una manada que me ayude a derribarla, tiene miedo. Al contemplarla, también yo me asusto un poco. Es vieja y hace mucho que superó la edad en que yo no habría podido alcanzar su fuerza, pero estoy debilitado por la falta de alimento de este invierno largo y desesperado; así que estamos igualados y será una caza digna. Seguimos mirándonos fijamente un poco más y en ese rato vemos todos los puntos flacos y fuertes del otro. La decisión está tomada. Echa a correr y comienza a alejarse entre los árboles y yo la sigo, sin prisas, porque la caza acaba de empezar.
"

Principio de la novela y del capítulo 1, según la traducción de Cruz Rodríguez Juiz, publicada por Mondadori (Literatura Mondadori, nº 385). Primera edición, de enero de 2009.

Recomendado queda.

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