sábado, 27 de junio de 2009

No ha sido sólo un bis

A principios de 2005 Planeta DeAgostini lanzó a través de los kioscos una colección de DVD bajo el nombre La gran ópera, de la cual adquirí algunos títulos. El tercero en adquirir, y sexto de la colección, fue Rigoletto.

Esta grabación se correspondía con la representación que tuvo lugar en la Arena de Verona, el 21 de julio de 2001. El Duque de Mantua era interpretado por Aquiles Machado y Gilda por Inva Mula.

Un día, hablando con un compañero del trabajo sobre esta ópera, le comenté que la fama la tenía ‘La donna è mobile’, aunque yo prefería ‘Bella figlia dell’amore’ (aunque no era propiamente un aria), ambas en el tercer acto. Sin embargo, sobre esta grabación, le comenté que me había llamado la atención que se produjera un bis, no sobre estas melodías más populares (como también el ‘Caro nome’) sino sobre el dúo de la escena final del segundo Acto, el ‘Vendetta, tremenda vendetta’.

Poco antes de entrar a la representación de Die Walküre, mi hermano me comentó que dos días atrás se había producido un bis en el Teatro Real, en la representación de Rigoletto, lo que me recordó lo que acabo de comentar.

Además del hecho histórico de tratarse del primer bis en el Teatro Real de Madrid (como se recoge en la noticia de Aurora Intxausti en El País), resulta curioso que ambos bises en Rigoletto se produzcan en un dúo, y en una escena cuya melodía no es especialmente conocida por el llamado “gran público”. Para quien no la conozca, enlazo el vídeo (también de El País, al igual que la foto de Cristóbal Manuel) del bis en cuestión.

Aunque siempre queda la duda sobre si las ovaciones ante estas escenas no estarán catalizadas, además de por la grandísima calidad de la interpretación, por la identificación de una gran parte del público, si no toda, ante lo que se canta.

Es fácil hablar del ansia de libertad ante el coro de esclavos de Nabucco con su ‘Va pensiero, sul ali dorati’: ni los esclavos ni el público van a hacer nada que preocupe al tirano.

Pero cuando ante el tirano, ante el déspota, alguien clama ‘Vendetta, tremenda vendetta’ y el público le ovaciona, a pesar de saber, como sabe, que el mismo ejecutor de la venganza va a resultar perjudicado por ella,… entonces, se puede quedar uno pensando sobre qué es en realidad lo que ese público (o parte de él) ovaciona: la interpretación, la acción del protagonista contra un déspota (aunque sea mediante un acto equivocado), ¿o una acción que aplauden en otros al ser incapaces de realizarla ellos mismos, por mucho que lo deseen?

Prohibida la obra de teatro de Víctor Hugo, con problemas también de censura los libretos iniciales de Piave, Le roi s’amuse/Rigoletto forman parte de esas grandes obras que, en su momento, veinte años después, o casi dos siglos más tarde, son continuamente actuales porque las personas, a pesar de los déspotas que malgobiernan, son seres humanos. Y, egoístas o altruistas, con acciones equivocadas o no, más tarde que temprano, eso sí, acaban actuando.

Por cierto, el barítono, Rigoletto, en ambos casos ha sido Leo Nucci, y a eso me refería, que han sido dos, que no ha sido sólo un bis, ¿no?

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