jueves, 9 de julio de 2009

Contando batallitas

Como ya comenté el último día de la Inmaculada, he jurado bandera, es decir, he hecho el Servicio Militar Obligatorio, la mili, vamos.

Sin embargo, como en ese momento no había ninguna guerra a la que el gobierno socialista nos pudiera enviar a los militares de reemplazo (cosa, como se sabe, mucho más social y popular que asignar misiones a militares profesionales, porque, claro ¿éstos qué van a saber?); como no había ninguna guerra a la que enviarme, no tengo batallitas que contar.

Lo siento, no soy como el famoso abuelo Cebolleta de nuestra infancia, el famoso paraíso perdido del hombre, y como estoy hablando en español, entiéndase por tal, persona, ser incluso humano.

Así pues, tengo que buscarme la vida para encontrar otras batallitas.

Gracias a la buena memoria de un lector de este diario, y sin embargo, todavía amigo, se me ha puesto en conocimiento que a pesar de no llevar aún un año en estos menesteres, empiezo ya a repetirme.

La batallita en cuestión fue la que tuve con un conductor de autobús de la EMT de aquí de Valencia. El combate fue mucho menos apasionado que cualquier batallita del abuelo Cebolleta, y como ya dije en la primera anotación, menos heroico que el establecido por Rosa Parks.

Así pues, muchas gracias por esta advertencia, pero bueno, fue una batallita, y tal vez repitiera su recuerdo hace poco, porque… la perdí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario