domingo, 11 de octubre de 2009

Para un artista narrando cuentos

Aparcó el coche en el garaje, y cogió el ascensor para subir a casa; por fin, aunque primero pulsó el botón del zaguán para comprobar el correo. Desde el mismo ascensor vio que sí había, y tuvo que salir.
Quiso hacerlo rápido y así no perder más tiempo entre si se cerraban las puertas del ascensor y se tenían que volver a abrir. No lo consiguió: la revista a la que estaba suscrito y que nunca leía se había encajado en el buzón y mientras trataba de convencerla para que, sin mayores daños, saliera, oyó cómo se cerraba la puerta del ascensor. No sólo eso. También, ya de peor humor, oyó el movimiento del ascensor a lo largo de su hueco. Le extrañó que a esas horas alguien estuviera por ahí, para bajar la basura, para sacar a pasear el perro, para, en fin, quitarle el ascensor. Porque, estaba seguro, no había dejado pulsado el botón de su piso: ya le había pasado una vez y desde entonces dejó de hacerlo.
Resignado, pulsó el botón de llamada del ascensor. Impaciente, no hacía más que oír el ruido de la caja por el hueco, pero no llegaba. Cada vez funcionaban peor los ascensores, y no había manera de que el administrador hiciera nada. Y encima…
Se giró para mirarse en el espejo que cubría toda la pared que enfrentaba a los ascensores. Estuvo durante un rato peleando con una pestaña que se le había metido en el ojo, y que se había refugiado junto al lagrimal. Justo cuando pudo proclamar victoria, oyó el silencio del ascensor, y, reflejadas, las hojas de la doble puerta deslizándose para franquear el paso a la cabina. Ya podía llegar a casa.
Sin perder tiempo, aunque al querer recogerlo casi se le cae al suelo el correo que había dejado en la repisa que estaba bajo el gran cajón de los buzones, entró en la cabina. Y pulsó el botón de su piso.
Totalmente relajado, ni se preocupó del correo que tenía en una de las manos, y se quedó mirándose en el espejo que le había ayudado poco antes. Las puertas tardaron un rato, pero empezaron a cerrarse.
Entonces fue cuando, en el poco hueco que dejaban ya las hojas, vio en el reflejo del espejo que, en la cabina del ascensor, no estaba solo.


*******

Hace tiempo se me ocurrió esta idea que, en realidad, se ceñía sólo al último párrafo. Comentándola con un compañero de trabajo durante el almuerzo de media mañana (estamos en Valencia), decidimos llamar a un amigo común, activo componente en el mundo del espectáculo, en su versión directamente sufridora, es decir, teatro, para ofrecerle la idea y ver si podía sacarle punta.
No pude ir a verlo, pero me contaron que su desarrollo como relato, narrado en su calidad de cuentacuentos, tuvo mucho éxito la noche que lo estrenó. Seguro que su versión sería, aunque sólo fuera por las tablas de él, mucho mejor que la mía.
Hace tres semanas estos dos amigos celebraron 20 años de amistad, en el mismo local del estreno que digo, y tuvieron el detalle de invitarme.
Esta semana pasado me han comentado que el actor está viendo qué partido le puede sacar a un cáncer que le han diagnosticado.
Sólo por el correo que ha enviado para decirlo, sé que es el cáncer quien tiene la batalla perdida.

4 comentarios:

  1. Pues mucha prisa tenía el individuo para recoger de esa manera el correo...

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. El ánimo con que se encara esta enfermedad supone la mitad del camino en su derrota.

    Mis mejores deseos para él.

    Saludos.

    S. Cid

    PD: ¿por qué no continúas tú también la historia...? Con esas fotos tan chulas que pones (el piso noveno, pero no el botón para este piso; la foto del espejo repetida hasta el infinito...). Hum..., la cosa promete, así que insisto: ¿por qué no la continúas?

    ResponderEliminar
  3. D45: pues creo que esta vez el cartero ni siquiera llamó ;-)

    S.Cid: dicen que el mejor terror es el que no se muestra sino que se imagina. Prefiero dejarlo así de insinuado.
    Claro que si, en una madrugada, alguien se atreve... ;-)

    Saludos a ambos.

    ResponderEliminar
  4. Como diría nuestro amigo, la esperanza de la izquierda para mandar en la dercha: "Es bueno, muyy bueno".

    ResponderEliminar