miércoles, 6 de enero de 2010

Día con discursos,… y discurso de cierto día

En España, hoy es día de discursos, pues se celebra la Pascua Militar (ignoro el motivo de hacerlo en esta fecha, porque no creo que sea el coincidir con la Pascua de Navidad ortodoxa).

En general, los discursos que se pronuncian no suelen ser nada del otro mundo. No obstante, siempre hay excepciones. Por ejemplo, cuando un general recordó cierto artículo de la Constitución, lo que supuso el inmediato agradecimiento de sus servicios,… y fulminante destitución.

Pero no era este discurso el que quería recordar. Bueno, también.

Dentro de veinte días se cumplen 130 años del nacimiento en Little Rock, estado sureño de Arkansas, de un viejo soldado que, como el estribillo de una antigua balada que él mismo recordó en cierto discurso al retirarse del servicio activo, “nunca muere; sólo se desvanece”: Douglas MacArthur.

Este viejo soldado, famoso por su ¡Volveré! (y por cumplirlo), en la primavera de 1962, volvió a la pradera de West Point para recibir la condecoración Sylvanus Thayer, concedida únicamente a aquellos “cuyos servicios y logros en interés de la nación ejemplifican la devoción personal y los ideales expresados en el lema de West Point: «Deber, Honor, Patria»”.

Con estas mismas palabras del lema, inició su discurso. Entre otras cosas, a los cadetes y acompañantes, dijo:

No obstante esta multitud de cambios y perfeccionamientos, vuestra misión queda fija, determinada, inviolable. Esa misión es ganar nuestras guerras. Todo lo demás en vuestra carrera profesional no es más que corolario de esta dedicación vital. Las demás necesidades públicas, grandes y pequeñas, corresponderá a otros atenderlas; pero vosotros sois los que habéis sido educados para luchar.
La vuestra es la profesión de las armas, la voluntad de ganar, la certidumbre de que en la guerra no hay sustitutivo de la victoria, de que si vosotros perdéis, la nación será destruida; de que la única obsesión en vuestro servicio público debe ser el deber, el honor y la patria.
(…)
Dejad que las voces civiles discutan los méritos o deméritos de los procedimientos de nuestro gobierno; si nuestra fuerza está siendo socavada por la financiación deficitaria, permitida desde hace mucho; por el paternalismo federal, que se ha vuelto demasiado poderoso; por los grupos demasiado arrogantes; por los políticos demasiado corruptos; por el crimen, demasiado desenfrenado; por la moral, demasiado baja; por los impuestos, demasiado altos; por los extremistas, demasiado violentos; o si nuestras libertades personales no son tan firmes y completas como deberían ser. Todos estos grandes problemas nacionales no son de vuestra incumbencia o de vuestra solución militar. Vuestra marca de referencia sobresale como faro en la noche, diez veces más grande: deber, honor, patria.
(…)
La larga línea gris de cadetes nunca se ha apartado del deber. Si vosotros lo hiciérais, un millón de espectros en gris verdoso, en pardo caqui, en azul y gris, se levantarían de sus tumbas, profiriendo a voces estas palabras mágicas: deber, honor, patria. Eso no significa que seais fomentadores de la guerra. Al contrario, más que toda la demás gente, el soldadoora por la paz, ya que él debe sufrit y soportar las heridas y cicatrices más profundas de la guerra. Siempre resuenan en nuestros oídos las palabras ominosas de Platón, el más sabio de todos los filósofos: sólo los muertos han visto el fin de la guerra.
(…)
Con oído atento escucho la melodía embrujadora de cornetas que tocan débilmente diana y de tambores lejanos, que redoblan. En mis sueños oigo otra vez el estampido de los cañones, la baraúnda de la tropa y el extraño, lúgubre murmullo del campo de batalla. Pero al final de mi recuerdo, regreso a West Point, donde siempre resuenan una y otra vez: deber, honor, patria. Hoy es la última vez que paso lista con vosotoros. Mas quiero que sepáis que cuando cruce el río, mis últimos pensamientos conscientes serán para el Cuerpo, el Cuerpo y el Cuerpo.
Os digo adiós.


Y se desvaneció.

Créditos: los extractos del discurso están tomados de General Douglas MacArthur, de Bob Considine, según traducción de Eduardo Infante, en edición de Editorial Diana, de Méjico, en 1966. De esta edición es la última foto, mientras que las dos primeras son de la Wikipedia.

4 comentarios:

  1. A ver, a ver..., no empieces con esos jueguecitos. Ahora vas y nos dices de qué general hablas y a qué artículo de la Constitución te refieres.

    Deber, honor, patria... ¡Jajajaja! Me río por no llorar. Estoy escuchando la radio mientras escribo este comentario y escucho a Patxi López diciendo, en referencia a los gritos y silbidos que le dieron ayer al Rey y al himno en la Copa del Rey, que él (Patxi) no es muy de símbolos y que, por ello, le quita hierro al asunto y no le parece tan importante. Hay que jorobarse.

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  2. Se trataba del general Mena, y el artículo era el octavo.

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  3. ¿Y por qué no lo explicas un poco más, Posodo...? Ahora me toca investigar...

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  4. Vaaaaleee, wikipedia lo puso fácil ;-)

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