martes, 16 de marzo de 2010

¿Preocupado o preocupante?

En la portada del número de El Cultural de El Mundo del pasado jueves día 12, se anunciaba la IV edición del Premio Valle-Inclán, concedido por dicho semanario con el patrocinio de la Fundación Coca-Cola. Los premiados se conocerán en el acto que se celebra en el Teatro Real de Madrid este mismo martes día 16.

Hace mucho tiempo, allá por mi época del bachillerato, leí Divinas palabras, hasta la fecha lo único leído por mi parte de don Ramón del Valle-Inclán (al que podemos ver en esta foto del archivo de ABC, con motivo de un acto literario: está en la primera fila, el de barba, estando en segunda, Unamuno, el único otro con barba). A finales del agosto pasado compré (donde casi siempre) Luces de Bohemia, aunque más que por la obra en sí, instigado por lo que es objeto de comentario en esta anotación.

Entre los diversos personajes que se mueven por las páginas del esperpento, el protagonista Max Estrella, en la sexta escena, en “un sótano mal alumbrado por una candileja”, en “el calabozo”, conoce a un preso.

En un determinado momento de su conversación, Max Estrella le dice “Saulo, hay que difundir por el mundo la religión nueva”, a lo que el preso replica “Mi nombre es Mateo” (pág. 103).

En la guía de lectura elaborada por Joaquín del Valle-Inclán, que figura en la edición de que dispongo (número 1 de la ‘nueva’ Austral-Teatro), se dice sobre el preso, entre otras cosas, que “su nombre es Mateo, generalmente tomado como referencia al anarquista español Mateo Morral (1880-1906), quien estuvo en la misma tertulia que Valle-Inclán la noche anterior a cometer el atentado contra los reyes de España.” (pp. 236-237).

El atentado en cuestión tuvo lugar hacia el final de la calle Mayor de Madrid, donde al cabo de bastante tiempo se erigió un pequeño monumento en recuerdo, no ya del atentado, claro, sino de las víctimas que ocasionó.

Este lugar se encuentra, más o menos, frente al restaurante Casa Ciriaco, en cuya fachada pude ver el pasado año una placa (que fue la que instigó la compra antedicha) en recuerdo a Valle-Inclán con motivo de “La Noche de Max Estrella” de 2001 (que creo que fue la primera edición de dicha Noche). La placa, firmada por El Círculo de Bellas Artes, finaliza diciendo que “en este ámbito quiso que tuviese lugar el prendimiento del anarquista Mateo”.

La conclusión a la que llego es que al Círculo de Bellas Artes le preocupa el “prendimiento” de un asesino, en vez de las víctimas asesinadas.

El corolario es que el esperpento en la España actual, no es ya sólo un género literario.

2 comentarios:

  1. Posodo, yo llego a la conclusión que el bello Circulo ese tiene mucho de mala leche y muy poco de arte. Creo que ese es el lugar donde se reunen los intelectuales Cejateros para esputar sus Nuevas Teorias para una Nueva Ciudadanía Socialista. O sea.

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  2. Y, encima, hasta nos cobraron hace un tiempo por entrar en la cafetería.

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