lunes, 8 de marzo de 2010

Un mayordomo es una gran ayuda

Haciendo como que ponía algo de orden en casa, o tal vez, más probable, fuera buscando algo, que naturalmente no encontraría, me topé con otra cosa, en concreto, un ejemplar de El Cultural de El Mundo, el número del 4 de octubre de 2007, que, lógicamente, hojeé.

Incitado por la referencia en la portada, me dirigí a una entrevista a Martín de Riquer con motivo de la reedición de su Historia de la Literatura Universal, escrita junto con José María Valverde (q.e.p.d.). El primer volumen de esta obra yo lo había comprado en una colección de kiosco de RBA poco antes de la entrevista, a principios de ese verano, aunque el segundo volumen no lo conseguí hasta abril de 2008.

La entrevista es en realidad una serie de 20 preguntas sobre qué obra considera como mejor en otros tantos géneros o cuestiones literarias. La contestación a la sexta pregunta me hizo recordar lecturas de hace muchos años, y decidí “rejuvenecer” un poco, aunque fuera sólo durante un fin de semana.

Así pues, me dirigí a una de las estanterías donde tenía localizado un ejemplar, también en colección de kiosco, también de RBA, de la novela El asesinato de Roger Ackroyd, de Agatha Christie.

Ésta fue la primera novela que leí de Agatha Christie, aunque en su momento se titulaba El asesinato de Rogelio Ackroyd.

Mrs. Ferrars murió la noche del 16 al 17 de septiembre, un jueves. Me enviaron a buscar a las ocho de la mañana del viernes 17. Mi presencia no sirvió de nada. Hacía horas que había muerto

Así de contundente empieza la novela (según la traducción de G. Bernard de Ferrer) en la que conocí al mundialmente famoso por su “cabeza semejante a un huevo, parcialmente cubierta de un negro sospechoso y en la cual destacaban un mostacho enorme y un par de ojillos despiertos” (pág. 21), bueno, y también por su trabajo, “el más interesante del mundo. (…) ¡El estudio de la naturaleza humana!” (pág. 22), es decir, detective privado. Así me enteré de que “dicen que ha hecho cosas maravillosas, como los detectives de las novelas” (pág. 60). Curiosamente, lo conocí justo en la novela donde puede leerse que “se retiró hace un año” y que “deseaba vivir con tranquilidad sin que la gente le molestara” (pág. 61). ¡Y yo fui, y me presenté ante él!

El tal estudioso de la naturaleza humana nos avisa, al poco de iniciar la investigación, de que “todos los que andan mezclados en el asunto tienen algo que esconder”, y claro, uno acaba un tanto mareado con los inacabables “y si fuera…”.

De la mano de la autora, quien más que guiarnos, nos pasea junto a todos los dramatis personae de la trama, se establece “un desafío entre escritor y lector: a ver quién gana, si el lector al descubrir al asesino antes de acabar la novela, o, en caso contrario, el autor”. En cualquier caso, todos, salvo el asesino, queremos “llegar a la verdad. Ésta, por fea que sea en sí, es siempre curiosa y siempre resulta hermosa para el que la busca con afán”, aclara el detective, y concluye “Messieurs et mesdames, les advierto que quiero saber y sabré a pesar de todos ustedes” (pág. 115). Sí, la verdad es que sus comentarios muchas veces nos desconciertan: “Es una idea mía, nada más. Soy famoso por mis pequeñas ideas”, “Algunas veces, los viejos nos reímos cuando los jóvenes inteligentes no tienen ganas de hacerlo” y, desde luego, “Mon ami, yo no pienso. Sé” (pág. 163).

Quien sabe, es Hércules Poirot, y, en general, quien tarda en saber es el lector. La frase antes transcrita sobre el desafío es de Martín de Riquer, en contestación a esa antedicha sexta pregunta, que era: “La mejor novela policíaca”, y la respuesta propiamente dicha, que es lo que nos interesa: “Las de Agatha Christie, por ejemplo, El asesinato de Roger Ackroyd por el desenlace tan inesperado”.

En su Historia de la Literatura Universal, puede leerse sobre el género policíaco:
No querríamos dejar (…) el nombre de Wilkie Collins (1824-1889), famoso sobre todo por su novela policíaca La piedra lunar (The moonstone), que inicia este género destinado a amplia popularidad con una obra de buena ley artística. Collins emplea el procedimiento de los puntos de vista múltiples, a través de varios testimonios, logrando a la vez la emoción del suspense y una excelente lectura imaginativa” (vol. II - pág. 474).

Bueno, pues llega el momento de revelar ese “desenlace tan inesperado”: no he localizado en toda la Historia… ninguna referencia a Agatha Christie.

4 comentarios:

  1. Posodo, ¿quién es o era Aghata cristi picha? Se les habrá olvidado joer. Mira que eres...
    Un abrazo

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  2. Bueno, tampoco comentan nada de Arthur Conan Doyle, o sea, que ya van dos...

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  3. A mí Agatha Christie me parece única. No hay nadie como ella. Como apunté el otro día en respuesta a tu comentario sobre Los relatos del padre Brown, hay otros muchos escritores que son infinitamente mejores que ella, pero como escritora de novela policiaca, ella es, no sé si la mejor, pero sí única.

    PD: no me gustó nada "La piedra lunar". La he leído en inglés y en español..., y en los dos idiomas opino igual: "I didn't like it at all".

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  4. Veo que mis dificultades con Blogger han permitido, al menos, que disfrutemos de tu opinión en esta anotación redactada mientras pensaba especialmente en cieerta mujer trabajadora ;-)
    Felices células grises.
    Un saludo.

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