miércoles, 5 de mayo de 2010

Hechos puré, o sea, fuertes y sanos

Hace algo menos de trece meses, publiqué una anotación sobre la representación en Valencia de La decente, de Miguel Mihura. En su momento no me di cuenta, pero poco después, ya en casa, releyendo la obra, pude comprobar que el texto original no se había recitado exactamente como fue escrito, aunque sí como pensaba realmente el autor mientras lo escribía.

La escena , apenas empezada la obra, tiene lugar entre Roberto, el señor del hotelito (es decir, un chalé) y su criada, y es la siguiente:

ROBERTO.– Del mismo modo que en otra ocasión me dijo usted que en el hotelito donde sirve su amiga Genara habían comprado ** ****, un asador eléctrico y una lavadora. Y yo tuve que comprar todas esas cosas para darle a usted gusto.
MARÍA.– Es el progreso, amigo…
ROBERTO.– Será el progreso, señora mía, pero ** **** solo lo hemos utilizado una vez para hacer una especie de papilla viscosa y repugnante que sabía a metal; el asador eléctrico, para carbonizar un pollo de un modo concienzudo y perfecto, y la lavadora, para conseguir este resultado que es más bien triste. He aquí la muestra. Mire este pañuelo.


(Y muestra un pañuelo lleno de agujeros)

La palabra de los asteriscos (los dos primeros sustituyen al artículo) es objeto, precisamente, de una anotación en la edición de Arturo Ramoneda para la Biblioteca Avrea de Cátedra, del Teatro completo de Miguel Mihura.

En dicha anotación, lo que se hace es “traducirla” para aquellos que no vivieron esos tiempos (la obra se estrenó el 8 de septiembre de 1967). La traducción es, precisamente, la palabra que utilizaron en la representación de Valencia.

Esta palabra fue ‘batidora’; aquélla, ‘túrmix’.

Una túrmix era uno de los objetos mostrado en la “Bombay Sapphire Design Exhibition. By Mariscal”, realizada en la sala de exposiciones del Ayuntamiento de Valencia en noviembre de 2008.

El ejemplar de la exposición, hay que decirlo, no está completo. Como cabe suponer, el vaso en el que se realiza el batido requiere de una tapa, porque si no…

Y esa tapa, de color rojo, si no recuerdo mal, tenía un pequeño hueco en el centro por el que se podía verter zumo y otros ingredientes necesarios, sin necesidad de destapar la batidora del todo. Este hueco se tapaba, a su vez, con un a modo de vasito, que servía como tal, e incluso como medida para las mezclas.

En la nota sobre la túrmix se afirma: “Así avanza el mundo: a golpe de necesidad”.

Y efectivamente así es, a pesar de que hay quienes se empeñan en repartir la riqueza, sin darse cuenta de que la riqueza no existe, sino que simplemente es la forma en que se cubren las necesidades (que sí es lo que existe), y para ello hay que conseguirla trabajando.

Y hablando de necesidades. Este pasado sábado mi hermana, en cuyo poder obra la túrmix de la familia, aunque en un modelo con un estilo menos bailaor, nos informó de que el vaso de cristal se le había roto.

Por tanto, si a alguien le sobra un vaso de una túrmix, ya sabe dónde se le estará muy agradecido.


Créditos:
Autocaricatura de Miguel Mihura, tomada de La Codorniz. Antología (1941-1978), edición y estudio de Melquíades Prieto y Julián Moreiro, publicado en 1998 por EDAF.

Transcripción de la escena de La decente, tomada de la referida edición de Teatro completo, de Miguel Mihura, de Cátedra.

Fotos de la túrmix de la “Bombay Sapphire Design Exhibition. By Mariscal”, noviembre de 2008, del autor.

Fotos de la túrmix, y del logotipo, de la familia, de mayo de 2010, del autor.

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