viernes, 7 de mayo de 2010

… o la bolsa.

Al cabo de dos años, el faraón soñó que se encontraba a la vera del río. De pronto subieron del río siete vacas hermosas y lustrosas, que se pusieron a pacer en el carrizal. Pero resulta que detrás de aquéllas subieron del río otras siete vacas, de mal aspecto y macilentas, las cuales se pararon cabe las otras vacas en la margen del río, y las vacas de mal aspecto y macilentas se comieron a las siete vacas hermosas y lustrosas. Entonces el faraón se despertó.

José, hijo de Jacob, nieto de Isaac, bisnieto de Abraham, fue quien puso voz a Dios para la interpretación del sueño del faraón, informando a éste de que las vacas gordas representaban un período de abundancia y prosperidad.

Como es conocido, no mediante una vaca, sino mediante un toro, se representa la prosperidad en la Bolsa de Nueva York, existiendo una imponente estatua del tal toro, en una postura de realizar el esfuerzo de empuje, cerca del edificio de la Bolsa, en Wall Street, aunque el toro no se encuentra en esta calle.

Desde hace años se organiza una exposición, de figuras de vacas, no de toros, que tiene lugar en las calles, cada vez, de una ciudad. En el invierno del pasado año, la ciudad fue Madrid, como bien anotó entonces caragüevo en sus páginas.

Las vacas en cuestión, parte de ellas, mejor dicho, fueron subastadas con intenciones benéficas, consiguiendo una recaudación de 238.000 euros.

No sé el destino de la vaca de la foto anterior, pero desde luego viene muy a cuento ahora. Aparentemente, se trataría de una de las siete vacas gordas, pero creo que en este caso, la interpretación correcta no está en la vaca, sino en los cubitos de hielo: nos íbamos a quedar helados, tanto más cuanto que la vaca estaba enfrente del Banco de España, en la calle de Alcalá.

Y es que la vaca que recoge caragüevo en su anotación, una con alas, en la Gran Vía (justo la calle que ahora cumple su centenario), tenía una placa en la base informando seriamente de un peligro.

Esta semana ha quedado claro que, al menos en la Bolsa española, no hay toro, que se han acabado las alas, que nos hemos quedado helados, y que no sólo había peligro, sino que la caída ha sido cierta.

El artículo enlazado finaliza con el siguiente párrafo:
Todos coinciden en que la confianza sólo volverá cuando el Gobierno aplique un plan de reducción del déficit creíble, que permita a los temerosos inversores volver a creer en la solidez de la economía española.

Lo que me recuerda el consejo que dio José al faraón:
Ahora, pues, fíjese el faraón en algún hombre inteligente y sabio, y póngase al frente de Egipto. Hágalo así el faraón: ponga encargados al frente del país y exija el quinto a Egipto durante los siete años de abundancia. Ellos recogerán todo el comestible de esos años buenos que vienen, almacenarán el grano a disposición del faraón en las ciudades, y lo guardarán. De esta forma quedarán registradas las reservas de alimento del país para los siete años de hambre que habrá en Egipto, y así no perecerá el país de hambre

«Fíjese el faraón en algún hombre inteligente y sabio, y póngase al frente de Egipto»

‘Egipto’: Dios no pide imposibles, por eso no dice nada parecido sobre España.

Nota 1: No sólo sucede en octubre: un cinco de mayo, de 1893, el pánico golpeó la Bolsa de Nueva York, como antesala de una severa depresión en el conjunto de la nación a finales de año.

Nota 2: Las vacas en Madrid estaban quietas, cada una en su lugar. Sin embargo, también hemos podido ver vacas similares, pero que se mueven, tienen actividad, y además una clara opción de futuro, pues la vaca estaba acompañada por un ternero.



Naturalmente, las vacas activas estaban en Berlín.


Créditos:
Transcripción del Génesis, capítulo 41, versículos 1 al 4, y 33 al 36, según edición de 1998 de la Nueva Biblia de Jerusalén, de Editorial Descleé de Brouwer.

No pongo una foto mía del toro neoyorkino porque no he podido buscarla.

Fotos de la Cow Parade de marzo de 2009, en Madrid, del autor.

Fotos de la vaca y del ternero en un supermercado de la Kurfürstendamm, en Berlín, de enero de 2010, del autor.

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