miércoles, 12 de mayo de 2010

Un puente muy largo, pero eficaz y triunfante

Como ya se ha comentado en otras ocasiones, el pasado enero estuvimos mi hermano y yo en Berlín.

Llegamos en avión, y como viajamos en Iberia, aterrizamos en el aeropuerto de Tegel. No sé si es el muelle habitual de atraque o era por el distintivo que llevaba el avión, pero el caso es que operamos en el muelle 13.

Tegel es un aeropuerto muy cercano a Berlín (unos ocho kilómetros hacia el norte), y de un tamaño muy manejable para el viajero. En la actualidad es el que presenta mayor tráfico, aunque según parece dejará de serlo en 2011 por dos motivos: entrará en servicio la ampliación de Schönefeld, al sur y más alejado, y se cerrará Tegel.



No será Tegel el primer aeropuerto berlinés que se cierre. A finales de 2008 lo hizo el de Tempelhof, que era el aeropuerto más antiguo de Berlín, construido en 1923 y ampliado posteriormente durante los años ‘30s. Y a pesar de estar en funcionamiento durante 85 años, la historia de Tempelhof está basada en el corto periodo de escasos once meses.

Como es sabido, además de la división de Alemania tras la II Guerra Mundial, también se dividió su capital, Berlín. Tanto en un caso como en otro, la división, inicialmente en cuatro partes (las cuatro potencias aliadas, incluyendo Francia), acabó siendo en dos: occidental y oriental. En el caso concreto de Berlín, esto se manifestó en los numerosos carteles que avisaban de que se estaba cruzando la línea de división.

Las comunicaciones entre la Alemania occidental y su “isla” de Berlín se establecían por unas concretas carreteras. Hasta que…

Hasta que en una demostración evidente (aunque muchos se negaran a verlo) de cuáles eran sus voluntades e intenciones, las autoridades soviéticas de Stalin, el 24 de junio de 1948 bloquearon todas las carreteras que permitían el acceso a Berlín Occidental.

De esta forma, la población berlinesa quedó, en definitiva, como rehén de otro totalitarismo, en este caso, el soviético. Sin embargo, tuvieron la suerte que justo diez años antes se les negó a los checos, por ejemplo.

Ante la imposibilidad de transportar provisiones y combustible a Berlín Occidental por carretera, el general estadounidense Lucius Clay decidió hacerlo por avión.

De este modo se estableció un verdadero “puente aéreo” (Luftbrücke) que supuso un total de 212.612 vuelos, y unos 2,3 millones de toneladas de material, pudiendo destacarse los elementos para construir una central eléctrica, necesaria para la ciudad.

En abril de 1949, el ritmo de las operaciones era tal que cada 69 segundos aterrizaba un avión en Berlín, en Tempelhof.

La operación en su conjunto fue un éxito, aunque no sin pérdidas humanas: 70 tripulantes y 8 trabajadores de tierra fallecieron en diversas circunstancias. A todos ellos, y a lo que hicieron, se dedicó en 1951 un monumento al Puente Aéreo, obra de Edward Ludwig, ubicado justo frente al aeropuerto de Tempelhof.

El éxito de las operaciones quedó demostrado, además de porque Berlín sobrevivió, especialmente al invierno de 1949, porque el 12 de mayo de 1949 la Unión Soviética se vio obligada a anunciar que levantaba el bloqueo de Berlín.

Durante nuestra estancia en Berlín no pudimos llegarnos hasta Tempelhof, por lo que sirva esta anotación de recuerdo al aeropuerto y a los que hicieron frente al totalitarismo, y trabajaron sin descanso por la libertad.


Créditos:
Fotos aéreas de Berlín y del aeropuesto de Tegel, desde el avión, del muelle 13 y de los edificios del aeropuerto, desde el autobús, de enero de 2010, del autor.

Postal con el aviso habitual durante 40 años: “Cuidado. Está saliendo de Berlín Occidental

Foto de archivo de ABC, de un aterrizaje en Tempelhof, durante el puente aéreo de 1948-49, publicada en el suplemente D7 del domingo 8 de noviembre de 2009.

Datos tomados de la Guía visual de Berlín, editada por El País-Aguilar.

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