miércoles, 21 de julio de 2010

Un permanente comentario previo

En estas tres últimas semanas hemos tenido, no un intenso trabajo del Tribunal Constitucional, sino, más bien, una pesada digestión de lo que han evacuado, empezando con el Estatuto de Cataluña (con ‘o’ y ‘ñ’) y continuando con el aborto.

Ayer culminaron la faena perpetrando una resolución en la que, en relación con la nueva ley del aborto, “el Constitucional afirma que el "carácter excepcional de la suspensión de la leyes" requiere de una previsión expresa en la Constitución”, según la noticia de Efe que recoge El Mundo bajo el siguiente titular: “Cuatro jueces del TC: No suspender la Ley del Aborto crea un 'daño irreparable'”.

ABC, en cambio, también tomando como referencia otra noticia de Efe, más breve y fechada media hora antes, titula: “El TC afirma que la Constitución no prevé limitar la aplicación de una Ley Estatal”.

La ventaja con que cuentan toda esta caterva es la falta de memoria (y de conocimientos cuando la edad biológica no permite hablar de aquélla – no hay más que oír la radio para darse cuenta de todo lo que ignoran quienes hablan).

Pues lo siento por ellos, porque, en cambio, yo sí recuerdo una cosa que se llamaba algo así como “recurso previo de inconstitucionalidad”, que impedía la entrada en vigor de las leyes (estatales o no), y que se estuvo aplicando (sin que nadie dijera nada sobre ninguna Constitución vulnerada), hasta que el Partido Socialista Obrero Español con Felipe González a la cabeza, cambiara la ley para quitarlo; circunstancia que el Partido Popular con José María Aznar a la cabeza, no deshizo cuando pudo. Recuerdos que, por cierto, no ha oído ni leído en prensa (serán las vacaciones, claro) [de la ¿oposición?, ni hablo].

En una anotación de abril del pasado año, comenté sobre el monumento a la Constitución existente en el Paseo de la Castellana de Madrid: “Lo que me pasó por la cabeza al verlo de nuevo después de muchos años, es que la forma del monumento podría transmitir la idea de que la Constitución es algo hueco, falto de suficiente solidez”.

Ahora no sólo me reafirmo en lo entonces dicho, sino que la forma es realmente oportuna para la España actual: simple, llana y sencillamente, quieren que pasemos por el aro.

Pero mientras Dios nos dé fuerzas, ni yo ni mis circunstancias lo haremos. Y aquí estaremos para dejar constancia.

Nota: la riqueza del idioma nos permite jugar con que ‘hueco’+’aro’=’huero’, es decir, vano, vacío y sin sustancia.

Créditos:
Fotografía del Monunento a la Constitución de 1978, en Madrid, de marzo de 2009, del autor.

3 comentarios:

  1. Lo mejor de todo, lo escuché en esRadio, aunque ahora no pueda ponerlo en pie, es que han paralizado no sé qué obras en Valencia (las del barrio ése que quieren tirar abajo) porque hay que estudiar el caso o no sé qué ya que su pérdida sería irreparable (o algo así), mientras que con la Ley del aborto... se ve que no hay nada que reparar...

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  2. Muy bien traído, sí señora, muy bien.

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