sábado, 21 de agosto de 2010

¿Mucho grano? En el desierto no.

Interesado por la anotación de caragüevo, el pasado día 18, aprovechando que estaba casi al lado, me acerqué con mis hijos al MuVIM, Museo Valenciano de la Ilustración y de la Modernidad, a ver la exposición Jardines de Arena. Fotografía comercial en Oriente Próximo 1859-1905. Gracias a él ya estaba sobre aviso, por lo que me hice con los dos folletos disponibles, en valenciano y español, y en inglés. Como la exposición no está en el edificio principal, que es por donde me acerqué, para cuando la vimos, ya llevaba conmigo, además, el catálogo de la exposición.

Efectivamente, el folleto en inglés incluye más información que el otro, ya que, además de disponer de un 33% más de espacio (es un cuatríptico, y no un tríptico), la presentación de la exposición sólo la hace en inglés, y eso que se ahorra. Completa la información con la relación de los 16 fotógrafos, junto con un breve comentario sobre cada uno de ellos.

Las fotografías que se recogen en la portada y contraportada del catálogo son La esfinge tras su excavación (Johannes Sebah – década de 1890) y Derviches turcos (Abdullah Frères – 1865). Y sirven de apoyo a lo expuesto por Issam Nassar en La atracción de Oriente: las primeras fotografías de Oriente Próximo, artículo con el que se abre propiamente el catálogo:

En términos generales, la fotografía del siglo XIX en Oriente Próximo era de carácter orientalista. Sus temas, selección de motivos y escenarios, pies de foto y formas de aplicar eran más un reflejo del imaginario histórico europeo sobre Oriente. (…) Se diría que, en contra del carácter «objetivo» de la fotografía para captar un motivo en un espacio y tiempo determinados, los fotógrafos de la región no fueron capaces de ver lo que tenían a la vista. Por el contrario, preferían ofrecer a sus clientes imágenes de un Oriente Próximo predecible que no cuestionara la imagen de la región en el imaginario europeo. (…)
[Las fotografías] son fascinantes gracias a la mezcla de talento que demuestran y los temas que representan: embarcan al espectador en un viaje por un mundo que es a la vez misterioso y exótico. Un mundo que sólo podía verse por el ojo de la cámara, filtrado por el imaginario histórico sobre Oriente. Gran parte de estas fotografías se centran en temas arqueológicos, históricos y arquitectónicos (…) No obstante, (…) muestran también figuras humanas en diversos escenarios. (…) Por lo general, los retratos de estudio están compuestos conforme a la imagen de Oriente en el arte, la literatura y la cultura popular europeos.

En 1853, un joven comerciante inglés llamado Francis Frith empezó a interesarse por un proceso fotográfico nuevo y revolucionario, publicado dos años antes en la revista The Chemist. Mediante este proceso, inventado por Frederick Scout Archer, se obtenía un negativo sobre una placa de vidrio preparada, que a su vez podía producir también una imagen positiva. Conocido en el siglo XIX como «el proceso fotográfico del colodión húmedo», no cabe duda de que el proceso de Archer revolucionó la fotografía ya que al hacerla prácticamente omnipresente, la transformó en un nuevo arte y una nueva ciencia.

De esta forma, inicia Clark Worswick, comisario de la exposición, su artículo denominado al igual que aquélla. Y tras hablarnos del proceso técnico que hizo posible la revolución, nos comenta el proceso personal afortunado que hizo posible la aplicación de la técnica: “En 1854, a la edad de treinta y dos años, Frith invadió el mercado inglés de uvas pasas griegas. Tras hacer fortuna con este negocio, decidió dedicar el resto de su vida al ocio y la fotografía. (…)
Cuando
[en septiembre de 1856] el fotógrafo emergente llegó a Egipto, (…) su intención era convertirse en el mayor fotógrafo (y estereógrafo) que jamás hubiera documentado los edificios, las ruinas y la topografía de Oriente Próximo. (…) Su idea, mientras avanzaba lentamente por los desiertos de la Antigüedad, era crear el primer catálogo de «fotografías comerciales de Oriente Próximo». Sería un catálogo total y absolutamente completo.
(…)
Resulta imposible, en pleno siglo XXI, imaginar las dificultades que acosaban al por entonces emergente proceso fotográfico y el enorme trabajo que suponía revelar una sóla imagen (…) los problemas de la química y la técnica eran una tortura, por no hablar del trabajo de campo. La incomodidad de estas operaciones fotográficas estaba dictada por la dificultad de cubrir placas de vidrio con colodión sensibilizado con sales de plata en una tienda de campaña oscura. La tienda se montaba cerca del lugar donde estaba emplazada la cámara. El fotógrafo exponía la placa e inmediatamente después debía volver a la tienda y producir una nueva imagen. Y todo esto antes de que se secara la placa húmeda.

No deja de resultar curioso que todo este proceso técnico tuviera una eclosión en sitios tan contrarios al mantenimiento de la humedad requerida como los de Oriente Próximo. Lo que tal vez demuestre, una vez más, que es el genio del hombre quien no sólo concreta la técnica, sino que la hace funcionar donde no cabe esperarlo.

Frith realizó tres viajes a Egipto en época invernal, claro, en 1856-57, 1857 y 1858. El volumen de su trabajo permitió la edición de no menos de siete libros de fotografías, con gran éxito tanto artística como comercialmente.

Sobre el catálogo cabe decir, entre otras, dos cosas:
Echo en falta la fotografía que sí se expone, en la que se aprecia la Esfinge antes de ser desenterrada.
Hay un problema en la edición de las fotografías de mayor formato, que es el habitual derivado de capacidad de la página, teniendo que disponerse la fotografía en dos páginas, lo que dificulta la apreciación de la misma.

Por ejemplo, la fotografía de Félix Bonfils La gran pirámide de Keops, fechable c. 1860, adolece de ese defecto, aunque en este caso tal vez no sea demasiado grave. Sirve también para mostrar dos cosas más: una, la Esfinge, casi enterrada, sólo asoma la cabecita; la otra, que en varias ocasiones, el paisaje tenía tanta personalidad que se le imponía al fotógrafo, no permitiéndole hacer otro encuadre distinto: salvo los grupos de personas, es exactamente la misma fotografía que la que tomaron George y Constantine Zangaki unos veinte años después, Pirámide, camellos y carreta del fotógrafo, que se puede ver en la anotación enlazada de caragüevo.

Por cierto, que en la referida anotación, junto con la antedicha fotografía, también está El Nilo con ruinas en Philae con la dahabieh del fotógrafo, de Frank Mason Good, del invierno de 1868-69. en ambas fotografías podemos apreciar los medias con que se movían los fotógrafos: carromatos por el desierto, y botes más o menos complejos por el Nilo.

En resumen, una exposición curiosa (“fotos del desierto”, en palabras de mis hijos), y que vale la pena visitar. Aunque suene la alarma, que lo hizo, pero sólo una vez; eso sí, la disparó mi hijo (y como gracias a caragüevo ya estaba al tanto, no pude dejar de sonreírme, por lo bajini, mientras la oía).

Créditos:
Portada y contraportada del catálogo de la exposición Jardines de arena: fotografía comercial en Oriente Próximo 1859-1905.
Fotografías tomadas del catálogo:
Las que se mencionan en el texto, y además,
Francis Frith. La tienda oscura de Francis Frith, cumbre del Gebel Musa. Sinaí, 1857.
E. Lauro. Mujer con vasija para agua. Egipto, década de 1890.
E. Lauro. Mujer con velo. Egipto, década de 1890.

2 comentarios:

  1. ¿¿¿¿¿?????? ¡¡¡Ahora sí hay diéresis!!! Pero..., vamos a ver..., ¿cómo hay que escribir "Caraguevo"? ¿Con diéresis o sin ella?

    Caragueeeevooooo, manifiéstate y acláralo ya para siempre, por favor.

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  2. A mí me encantan ese tipo de fotografías antiguas. En un viaje a la India, mi hermano se trajo un libro de fotos de maharajás; en blanco y negro y tomadas a finales del XIX y principios del XX.

    Un saludo

    PD: yo también me sumo a S. Cid en demanda de aclaraciones.

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