sábado, 14 de agosto de 2010

Realmente… surrealistas

Tras disfrutar de la pintura, nos llegamos a la Thyssen para conseguir las entradas para el día siguiente, como ya he comentado, y luego, remontamos el Paseo del Prado y seguimos por Recoletos hasta la Fundación MAPFRE.

Ya he comentado sobre otra exposición que visitamos aquí la primavera del año pasado. En esta ocasión (sin fotos), hemos reincidido, tanto en el lugar como en la temática: el surrealismo.

En la página de la Fundación se pueden hacer visitas virtuales a la exposición, por lo que no me extenderé en comentar aquello de lo que apenas me he enterado.

En esa página, se muestra una fotografía (que figura en la exposición) de Jean Painlevé, de 1929, titulada Pinza de bogavante. Ateniéndonos al espíritu surrealista, en este caso el título coincide con lo fotografiado; sin embargo, la intención, naturalmente, es otra: es ‘fotografiar’ una cabeza humana. El oportuno montaje en la página de la Fundación sitúa esta fotografía bajo este texto: «Todo descubrimiento que cambia la naturaleza, el destino de un objeto o de un fenómeno, constituye un hecho surrealista (La Révolution Surréaliste)»

La exposición incluye la exhibición de varias películas que se inscriben en este movimiento. Cuando estábamos visitándola coincidimos con la proyección de La edad de oro, de ‘nuestro’ Luis Buñuel. Lamentablemente, la pillamos ya empezada, y, según el horario expuesto, a falta de unos quince minutos para su finalización. Aún así, nos quedamos. No la vimos terminar.

Con el tiempo, este movimiento, como todos los demás, acabaron, por un lado, con conflictos internos entre los integrantes, y por otro, asimilados en el conjunto de la cultura. Esto último no tardó en evidenciarse en el momento en que se recurrió a esta iconografía para… la publicidad (claro, que entonces, la publicidad era una cosa seria).

En su momento no me dí cuenta, pero al realizar posteriomente la visita virtual, hay un momento muy en la línea surrealista, de mezclar realidad con lo ficticio a través de la perspectiva. Se trata de la fotografía de la estatua del Mariscal Ney, destacando contra la niebla de París. El montaje de la misma, en la visita virtual, consigue combinar la niebla con los reflejos de la iluminación de la sala, convirtiendo los resplandores de unas farolas a través de la niebla también en reflejos de la realidad de la sala. O algo así.


Como curiosidad, en la exposición nos recordaron que la palabra fotomatón tiene su origen en el nombre de la empresa de las máquinas en cuestión (Photomaton), a las cuáles también sacaron partido esta gente.

Una de las obras expuestas es de mi casa. Precisamente por eso, no recuerdo haberla visto entonces, y la he recuperado gracias a la página de internet de la exposición. Para que luego digan que el surrealismo es una deformación de la realidad.

Se debe finalizar esta anotación con lo más surrealista de la exposición. Al devolver la audio-guía, la muchacha que nos atendió nos preguntó: “¿Les han gustado la exposición?”

Ahora, que cada uno conteste lo que pueda.

Créditos:

Portada y contraportada del folleto de la exposición La subversión de las imágenes. Surrealismo. Fotografía. Cine.

Pinza de bogavante, de Jean Painlevé, 1929 (tomado del folleto de la exposición).

Secuencia de fotogramas de La edad de oro, película dirigida por Luis Buñuel en 1930 (tomada del folleto de la exposición).

Anuncio publicitario con fotografía de Man Ray, publicado en la revista Fiat, nº 1, de octubre de 1934 (tomado del folleto de la exposición).

Instalación de la fotografía Estatua del Mariscal Ney en la niebla, de Brassaï, 1932 (tomada de la visita virtual de la exposición).

Autorretrato en un fotomatón, de André Breton, ca. 1929 (tomado del folleto de la exposición).

Placas de un álbum 1930-38, de Benjamín Fondane (tomado de la página de internet de la exposición).

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