domingo, 10 de octubre de 2010

Días de mucho,… vísperas

Una de las primeras canciones que unos cantaban y otros perpetrábamos cuando siendo pequeños aprendíamos francés (lo que ya da una idea de la edad) era, junto con la de la alondra en el puente de Avignon (o algo así, pero ahora no viene al caso), la de Frère Jacques. Yo de las canciones no suelo aprenderme apenas nada, pero en esta ocasión sí lo hice, ya que la letra se limita a cuatro versos, y el primero es el título y el último es onomatopéyico.



Como bien se dice en la página de la Wikipedia francesa, la canción hace referencia al rezo de maitines, que, haciéndose al final de la noche, constituía el primero de los ocho (ahora siete) rezos establecidos en la Liturgia de las Horas (lamentablemente, parece que el autor del video enlazado, al desarrollarse con plena luz del día, ha tomado como referencia los maitines del Partido Popular, que tienen lugar más bien a la hora de laudes, pero se ve que vende lo de quedar como eruditos por muy equivocados que estén-no sólo en eso, pero me desvío del tema).

La Liturgia de las Horas establecía una pauta en la vida diaria de modo que ésta se viera enriquecida por la oración. De este modo, se iniciaba el día justo con él, como ya hemos dicho, con el rezo de Maitines. Tras el Concilio Vaticano II, este rezo cedió en importancia, quedando como ‘Horas mayores’ el Laudes, con la que se iniciaba la jornada de trabajo, rezando por ello, y las Vísperas, con la que se cerraba, dando gracias por ello. En el desarrollo del día se situaban las ‘Horas menores’, Tercia, Sexta y Nona, es decir, aproximadamente, a media mañana, a mediodía y a media tarde (la hora Prima se ‘cayó’ en la revisión conciliar). El día finalizaba, ya retirado uno a la cama, con el rezo de Completas.

El rezo de la Liturgia de las Horas ha quedado reducido al ámbito de los conventos, monasterios y sacerdotes. Aunque en teoría no debe ser así: “Toda vez que el Oficio es oración de todo el pueblo de Dios, ha sido dispuesto y preparado de suerte que puedan participar en él no solamente los clérigos, sino también los religiosos y los mismos laicos”, se puede leer en la Constitución Apostólica Laudis Canticum, mediante la que Pablo VI promulgó (hace casi cuarenta años justos) el Oficio Divino reformado, de acuerdo con el Concilio Vaticano II (Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia, puntos 89 y ss.).

Sin embargo, en el ámbito popular, y reducido hace tiempo al estrictamente rural, aunque cada día nos lo recuerde la COPE, sólo queda el rezo del Ángelus a mediodía (o del Regina Coeli tras la Pascua de Resurrección). En algunas iglesias se intenta mantener el rezo de Vísperas (y así lo practicábamos hace tiempo un grupo de jóvenes en la parroquia en la que nos reuníamos), normalmente antes de la última misa del día.

Y es que el ritmo de la vida actual (junto con otras cosas) no facilita el seguimiento de las horas, y en especial, las menores. Eso sí, la gente no tiene problemas para encontrar un momento de descanso en el que fumar un cigarrito. Lo que trae a cuento la famosa anécdota apócrifa en la que un franciscano pregunta: «Santo Padre, ¿se puede fumar mientras se reza?», recibiendo como contestación: «Hermano, rezar es muy importante, es hablar con Dios. Comprenderás que no es bueno despistarse con otras cosas». Resignado, el hermano franciscano se retiró. A continuación, se acercó un jesuita: «Santo Padre, ¿se puede rezar mientras se fuma?». «¡Claro, Padre! Siempre es momento de rezar y dar gracias a Dios.»

Laus Deo.

Nota: Quienes me conocen, o me tengan muy leído, habrán supuesto que esta anotación no es a humo de pajas. Y no andan errados.

En Valencia existen convenios entre distintas administraciones para dar becas (o trabajos temporales, en realidad) a un cierto número de personas por medio año o así, en colaboración con el Servicio de Empleo.

El otro día me comentaron que en una de las administraciones se habían incorporado los de esta convocatoria, entre ellos uno que no tuvo ningún problema en manifestarse musulmán, siendo digno de encomio la manifestación pública de la religión que se profesa. Acto seguido, se dirigió a la Oficina de Personal para pedir que se le redujera la jornada laboral en una hora para poder cumplir con los rezos.

No sé en qué quedará el asunto, pero en cuanto me entere, ya lo contaré.

Créditos:
Libro de Horas al uso de Roma (Florencia, 1485). Bayerische Staatsbibliothek, Munich. Expuesto en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, formando parte de la exposición Ghirlandaio y el Renacimiento en Florencia (imagen tomada de la página de internet de la exposición).
El Ángelus, de Jean-François Mollet. Museo de Orsay, París (imagen tomada de la página de internet del museo).

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