sábado, 5 de febrero de 2011

Tanto esperar…

En una de las cajas famosas de ésas de por Navidad, me encontré con una caja de “Sal rosa del Himalaya”.

Se puede leer que la tal sal, es “nacida hace 200 millones de años”, y en uno de los laterales de la caja se nos cuenta su historia:
La sal rosa del Himalaya es sal marina sin refinar (no manipulada químicamente) de extraordinaria pureza que sedimentó a los pies de esta cordillera hace 200 millones de años.
Compuesta por gran cantidad de oligoelementos distintos, entre los que destacan el magnesio, el calcio, el potasio y el hierro, le aporta a esta riqueza mineral su atractivo color rosáceo, así como múltiples y sutiles matices organolépticos, de gran elegancia.
La sal rosa del Himalaya ha estado sometida a lo largo del tiempo a enormes presiones: el peso de la cordillera más grande del mundo ha hecho de ella una sal cristalizada de textura crujiente.


Aparte de preguntarme qué demonios gastronómicos se nos han perdido a los pies del Himalaya para tocarle las narices a esta sal que tan tranquila estaría allí, esperando, como mucho, que fuera un equipo de geólogos quien trabajara con ella; aparte de preguntarme eso, básicamente, me pregunto otra cosa:

¿Cómo puede ser que una sal que ha soportado lo indecible durante 200 millones de alos, llegue el año 2030… ¡y caduque!?

Créditos:
Portada de la caja de la sal rosa del Himalaya.

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