domingo, 3 de julio de 2011

Mareas misteriosas (las originales)

Ayer por la tarde fui con mis hijos al cine, a ver, ¡por fin!, Piratas del Mar Caribe 4: Mareas misteriosas. Y les gustó.



En la crítica a la película, cinematográfica o no, hay opiniones para todos los gustos, y no voy a entrar en ello. Ofrezco enlaces a lo publicado en ABC y Libertad Digital, cuando su estreno, y en El Mundo, cuando la película se presentó en Cannes.

Esta anotación la hago por otros aspectos de la película que dudo que hayan aparecido en ningún otro sitio (Ya lo sé, soy así).

Por ejemplo, el primero, aprovechando que sale (parcialmente) en el tráiler: ante la enumeración de no sé cuántas cosas que se le dicen al pirata Barbanegra, éste lo resume en una frase sencilla, con elipsis del sujeto, es decir, verbo y predicado, y en éste, un adjetivo calificativo, en la actualidad, muy incorrecto políticamente: “Soy un hombre malvado

En resumen, no necesita excusas para explicar qué hace o deja de hacer: él es así y nadie lo ha hecho así, ni nadie le obliga a actuar de ese modo.

El otro aspecto (doble, en este caso), tiene relación con que en la trama de la película aparecen españoles, o por mejor decir, los españoles, ya que se trata de una expedición oficial de la Corona.

En las escenas finales de la aventura, que trata sobre la fuente de la eterna juventud, ya encontrada la fuente, llegan también los españoles; los últimos, sí, pero por necesidades del guión, que se decía hace años.

La primera imagen, en medio del caos generado por la lucha entre piratas e ingleses, es definitoria: en formación y con los estandartes y guiones en alto, dejando claro quiénes son/somos.

En seguida, un inglés, con la bandera en la mano, reclama esa tierra para su rey. Lógicamente, es abatido de un disparo español. El comandante de la expedición da su primera orden: «Que alguien deje constancia de la valentía de ese hombre».

Es decir, se deja todo documentado, incluso la valentía del enemigo.

Finalmente, con todo el mundo disputando por la fuente de la eterna juventud, o de la vida eterna, el comandante español sentencia: «Sólo Dios da la Vida Eterna»; y a continuación: «Destruid este templo profano» (aunque más bien, sería ‘pagano’).

Y es que, hay que ver, qué fanáticos son estos católicos españoles. No como otros, ¿verdad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario