martes, 26 de julio de 2011

¿Paz, qué paz?

Pero el alma de una paz digna de este nombre, su espíritu vivificador, no puede ser sino una sola: la justicia, que con medida imparcial da a cada uno lo suyo y a todos exige aquello a que todos están obligados; la justicia que no da todo a todos, pero que a todos da amor y a ninguno hace agravio; la justicia que es hija de la verdad y madre de la libertad sana y de la grandeza segura.

A primera vista (o lectura), pueden referirse estas palabras al famoso Proceso de paz del incalificable Presidente de Gobierno de España, o a diversos procesos judiciales vistos en Tribunales españoles de todo nivel y condición. Sin embargo, debo decir que no, no es el caso.

Se trata del párrafo final de A los cinco años de guerra. Discurso pronunciado por S.S. el Papa, con motivo del quinto aniversario del comienzo de la guerra. 1º de septiembre de 1944.

S.S. el Papa era Pío XII, y éste y otros discursos, homilías y predicaciones se encuentran recogidos en Problemas de la guerra y la paz, editado por Editorial Surco en noviembre de 1944, según traducción (del portugués) de Zoé de Godoy.

4 comentarios:

  1. A este pobre hombre le colgaron el sambenito de amigo de los nazis y casi 70 años después sigue con él.
    Que nos sirva de recordatorio de cómo manipula y miente la izquierda y esas palabras que dijo un nazi precisamente:
    "Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad".

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  2. Pues me sumo: aplausos para caraguevo, por su tino, y para el autor, por su oportunidad y buen gusto.
    Saludos blogueros

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  3. De todas formas, por mucho que se repita, no se convierte en verdad, sino que pasa como verdad, lo que, aún así, es muy triste.

    Lo que he leído no hace mucho y no sé dónde, es que la campaña contra Pío XII no empezó sino hasta los años sesenta (del pasado siglo, claro). Se ve que antes había demasiados testigos de que esas acusaciones eran falsas, y tuvieron que esperar a que se murieran o fueran pocos, con lo que poco podrían gritar.

    El párrafo en cuestión, como digo, es el último de un discurso, el cual, a su vez, es el último del libro, por lo que no he tenido mucho mérito en leerlo mientras hojeaba el libro buscándole un nuevo acomodo en el estante.

    Sin embarog, gracias por los comentarios, lo que me anima a aprovechar estos días para leer el libro y publicar nuevas anotaciones basadas en él.

    Un saludo.

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