viernes, 15 de julio de 2011

Suspense con el suspenso

Al día siguiente, Frau Schroeder me despertó muy excitada:
- Herr Issyvoo, ¿a que no se lo imagina? ¡Han cerrado el Dartmstädter und Nacional! ¡Seguro que se han arruinado miles de personas! ¡El lechero dice que tendremos una guerra civil de aquí a dos semanas! ¡Diga usted lo que diga!
Apenas me hube vestido, bajé a la calle. Indudablemente había una muchedumbre ante la puerta de la sucursal del banco en la esquina de la Nollendorfplatz, cantidad de hombres con carteras de cuero y de mujeres con bolsas: mujeres como Fraulein Schroeder. Las rejas de hierro estaban echadas sobre las ventanas del banco. La mayoría de la gente miraba atenta y algo estúpidamente la puerta cerrada. En su centro habían fijado una notita, hermosamente impresa en tipos góticos, como una página de un autor clásico. La nota decía que el Reichspresident había garantizado los depósitos. Todo estaba perfectamente en orden: lo único anómalo era que el banco no iba a abrir sus puertas.
Un niño jugaba con un aro en medio de la multitud. El aro fue a chocar contra las piernas de una mujer. Increpó al niño en el acto:
- Du, sei bloss nicht so frech!
[¡Tú, no seas tan impertinente!] ¡Mocoso insolente! ¿Qué se te ha perdido por aquí?
Otra mujer se le unió, atacando al chiquillo asustado:
- ¡Fuera! Tú no entiendes nada de lo que pasa, ¿verdad?
Y otra le espetó, con furioso sarcasmo:
- ¿Tienes dinero en el banco, por casualidad?
El chiquillo huyó ante aquella explosión de contenida cólera.
Hizo mucho calor por la tarde. Los periódicos vespertinos publicaron más detalles de los decretos de emergencia, concisos y emanados del Gobierno. Un titular alarmista destacaba auzdamente entre los demás, subrayado con tinta de un rojo sangriente: «¡Todo se derrumba!» Un periodista nazi recordaba a sus lectores que el día siguiente, catorce de julio, era una fecha de júbilo nacional en Francia; y sin duda –agregaba– este año los franceses se regocijarían con especial fervor ante la perspectiva de la decadencia alemana.


No sé si ha sido con toda la intención o no, pero que justo 80 años después (y dos días) de que empezara a mostrarse en Alemania la crisis con el cierre de un banco, se hayan publicado los resultados de unos exámenes a algunas entidades financieras europeas, tiene su miga.

Créditos:
Extracto del relato Sally Bowles, de Adiós a Berlín, de Christopher Isherwood, según la traducción de Jaime Zulaika, en edición de Argos Vergara, de enero de 1981.
Fotografía de una muchedumbre ante las puertas de la Caja de Ahorros de Berlín, poco después del hundimiento del Darmstäder und Nationalbank, tomada de internet.

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