viernes, 16 de septiembre de 2011

En ayuda del vencedor

Un mismo anuncio dio cuenta del fallecimiento de Augusto y de que Tiberio se había hecho cargo del poder.
(…) Salustio Crispo (…) advirtió a Livia que (…) Tiberio
[no debía] quebrantar la fuerza del principado remitiendo todo al senado, por ser la condición del imperio el que no haya otras cuentas que las que se dan a uno solo.
Pero en Roma cónsules, senadores, caballeros, corrieron a convertirse en siervos. Cuanto más ilustres, con tanta más falsía, apresuramiento y estudiada expresión –que no parecieran alegres por la muerte del príncipe ni demasiado tristes por el advenimiento de un sucesor– mezclaban lágrimas y alegría, lamentos y adulación. Los cónsules Sexto Pompeyo y Sexto Apuleyo fueron los primeros en prestar juramento de fidelidad a Tiberio César, y ante ellos Seyo Estrabón y Gayo Turranio: aquél, prefecto de las cohortes pretorias; éste, prefecto del suministro de grano; luego, el senado, el ejército y el pueblo.


Anoche, mientras buscaba datos para una anotación, me encontré con este pasaje, cuya lectura no dejó de recordarme la notica leída unas horas antes.

Poco después, me dormí… ¿en los laureles de alguien?

Créditos:
Extracto del Libro I, de los Anales, de Cornelio Tácito, según traducción de José L. Moraleja, en el volumen nº 19 de la colección Biblioteca Clásica Gredos, publicado por Editorial Gredos (pp-50-52).
Viñetas de La Cizaña, aventura de Astérix, con ilustraciones de Uderzo y guión de Goscinny, según traducción de Víctor Mora.

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