sábado, 14 de enero de 2012

¿Llegar a buen puerto… franco?

Los lectores de cierta edad recordarán el sello cuya imagen acompaña estas líneas. Su abundante presencia en aquella época no fue, como podrían pensar algunos, el motivo de que se llamara ‘franqueo’ a poner los sellos oportunos en el correo, por mucho que diga la Real Academia Española que ‘franquear’ procede, efectivamente, de ‘franco’.

El otro día tuve que acercarme a un estanco para comprar un sello, pues el que tenía ya acopiado en casa no conseguía encontrarlo. Me percaté de que el valor facial del mismo estaba sustituido por una ‘A’, en lo que parecía un pequeño homenaje a la Puerta de Alcalá, motivo del sello. Pero no era así: según me dijeron en el estanco, se trata de una alternativa ya que tras la reciente revisión de tarifas, aún no se habían publicado los nuevos sellos. Esta versión me la han confirmado esta tarde en Correos, tras enseñar, casi a modo de disculpa, el sello ya adherido al sobre.

Y es que esta tarde he tenido la oportunidad de acercarme a Correos, no a recoger una carta de amor, sino para convertirme yo en remitente (y hasta aquí puedo escribir).

Curiosamente, preparando uno de los envíos, mientras dejaba pasar a un chico con mucha prisa y agobio, me entero de que, al menos en esa Estafeta, no tenían sellos, no les habían llegado.

El problema para el mozo es que los necesitaba, no para enviar en ese mismo momento unas tarjetas postales, sino más tarde, por lo que la alternativa de marcarlas como franqueadas no era válida, tenía que ir a un estanco.

Poco más tarde, llegando a la planta baja, desde las escaleras mecánicas (la estafeta se encuentra en un centro de El Corte Inglés), veo pasar al chico. Consigo localizarlo y le acompaño al estanco, donde hago de intermediario (sin comisión) entre él y la estanquera.

Muchas gracias y todo eso, y hasta otra.

La casualidad es que tenían el coche parado… a la puerta del estanco.

Y el origen del jaleo es que él es un marinero ruso, a bordo de un barco cuyo capitán es polaco, y el asunto postal era un encargo de éste. Las prisas, supongo, se debían a que lo mismo se quedaba en tierra.

Espero que lleguen bien todos los envíos, los míos (a la Comunidad de Madrid), y los del capitán (u otros), a Polonia.

Nota final:
Prácticamente lo primero que he visto al regresar a casa, ha sido el sello extraviado. Que ya no me vale él sólo, claro.

Créditos:
Imagen de un sello de una peseta, de la serie básica de aquel entonces (Francisco Franco), aún adherido a una carta propiedad del autor.
Imagen de un sello sin valor facial (aunque costó 0,36 euros), comprado el otro día.

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