miércoles, 29 de febrero de 2012

Noticias… con humor


Créditos:
Imagen recibida por correo electrónico.

Y ahora, ¿dónde los pongo?: Edición especial

Hacía mucho tiempo que no traía a estas páginas esta serie de anotaciones, y qué mejor manera de regresar a/con ella que haciéndolo de la mano de una gratísima sorpresa: un obsequio de bienvenida a El club de Finis Terrae.

¡Y es un libro!

¡Qué intriga! ¿Cuál será, cuál será?

¡Una dama del misterio de calidad! ¡Y por partida doble!

Esta noche me pongo a leerlo.


(¡Uf! Ya puedo dejar para mejor (?) ocasión las obras completas de César no-sé-qué.)

No éramos tan estrechos de mente

Sarmiento debía haber hecho sacar quatro Copias ó Exemplares de su Relacion, pues asi se le mandaba en la Instruccion que le dió el Virréi, como se lee en ella misma, pag. 21. con estas palabras: «En cada Navio se han de ir por el camino escribiendo quatro Relaciones y Despachos por la forma susodicha: Uno que ha de quedar en cada Navío: otro que ha de quedar á la Justicia del Rio-de-la-Plata para embiar á S.M.: otro á la dicha Justicia para embiarme á mí por la via de Tucuman: otro que ha de traher el Soldado que acordáredes que venga con él.» De estos quatro Exemplares existía uno en la Casa de Contratacion de Sevilla: y es factible se conserve tambien alguno en el Archivo del Convento de S.Francisco de Cádiz, adonde están depositados, ó por mejor decir sepultados, los Derroteros, las Noticias, y aun las Cartas originales de los Viages y Descubrimientos de los mas famosos Navegantes Españoles.

La descripcion que hace del Estrecho de Magallánes se contempla mui instructiva y útil á los Navegantes, porque no solo da la configuracion de los Montes, sinó que señala mui prolixamente las corrientes, sondas, Rios, Ensenadas y Puertos que en él se hallan, informando de los parages que vió poblados, como de sus moradores.

Como puede verse, para que quedara debida constancia de las circunstancias y características de los descubrimientos realizados se documentaba todo en hasta cuatro ejemplares (actuando, incluso, uno de ellos como ‘copia de seguridad’) para su archivo en cada centro afectado por la expedición (Navío en cuestión y Virreinato promotor), y siempre, en el actual Archivo General de Indias. Otra cosa es cómo haya acabado, con el paso del tiempo, la gestión documental.

También es cierto que toda esta documentación, que en otros casos sería un magnífico ejemplo de investigación científica, en éste, y encima en cuadruplicado ejemplar, siempre habrá quien lo califique como una muestra más del burocratismo español.

Créditos:
Transcripción de la Nota 1 del Prólogo del Editor, y extracto de éste (pág. VII), del Viage al Estrecho de Magallanes por el Capitan Pedro Sarmiento de Gambóa en los años de 1579 y 1580 y Noticia de la expedicion que despues hizo para poblarle, impreso en Madrid, en 1768, en la Imprenta Real de la Gazeta, tomada de la edición facsímil realizada por JdeJ Editores en 2011.
Detalle de la fotografía del retrato de Fernando de Magallanes, óleo de Chaves (siglo XIX), existente en el Archivo General de Indias (antes, Casa de Contratación), en Sevilla, de enero de 2011, del autor.

martes, 28 de febrero de 2012

Quien avisa… es avisador

Esta tarde, cuando he llegado a casa, me he encontrado en el buzón con un aviso de Correos.


No sé qué podrá ser, pues la señora de la carta famosa ya me había escrito este mes (y dos veces, a falta de una), así que…

En el papel dice ‘Ordinario’ pero supongo que será conforme la séptima acepción, porque me barrunto que en ningún caso le será de aplicación ni la tercera ni la cuarta.

Y hasta aquí puedo leer (o escribir, mejor dicho).

Créditos:
Imagen del aviso recibido hoy de Correos.

Venir al pelo

El pasado sábado fui con mi hijo a la peluquería, y mientras esperaba mi turno, eché un vistazo a una de las revistas que tenían allí, en concreto, el número de febrero de ELLE.

Me encontré con un artículo de María Dueñas (que luego vi que era articulista habitual), en el que comentaba cosas de hábitos de lectura, y contaba una anécdota de Ian McEwan.

Se ve que el mozo cierto día, y ante el problema de espacio en casa para disponer adecuadamente los libros (no sé de qué me suena esto), agravado por el hecho de tener varias obras repetidas en número caprichoso, cargó con lo primero que pudo, dirigió sus pasos a Saint James’s Park (ventajas de estar en Londres), y comenzó a ofrecer sus libros a todos con cuantos se cruzaba.

La experiencia fue un éxito sociológico: caras de agrado y de extrañeza, simpatía y malhumor, amable aceptación y cortés rechazo (y no tan cortés),… Hubo quienes, incluso, querían más… y lo tuvieron; y quienes pidieron títulos concretos, aunque ya no sé el resultado de sus demandas.

Lo que no le extrañó fue que la mayoría de las personas que aceptaron los libros eran mujeres.

Hábito lector que, por cierto, ha sido recordado esta tarde.

Créditos:
Detalle de una fotografía de una ardilla en medio de la pradera de Saint Jame’s Park, de Londres, una tarde soleada de octubre de 2006, del autor.

lunes, 27 de febrero de 2012

Cuando lo natural es ser un héroe


(dedicado a Bate -y al resto de padres y madres que lean estas páginas)

Créditos:
Imagen de Amor de madre, óleo sobre lienzo (1912-1913), de Antonio Muñoz Degrain, donado por el autor en 1913 al Museo de Bellas Artes San Pío V de Valencia, tomada de su página de internet. 

Sin Luz, la Razón es Oscura

Hilaire Belloc, amigo de Chesterton, insistió con pugnaz certeza en que «fuera [de la Iglesia] está la Noche y las cosas extrañas de la Noche». Si no deseamos ser criaturas de la Luz, seremos criaturas de la Noche y seguidores de las cosas extrañas de la Noche. «La cuestión ya está muy clara», dijo Chesterton en su lecho de muerte. «Se debate entre la luz y la oscuridad y cada uno debe escoger de qué lado está».
Poco después de la muerte de Chesterton en 1936, el Papa Pío XI envió un telegrama que se leyó a la vasta multitud reunida para la misa de réquiem en su honor en la catedral de Westminster. En dicho telegrama, el Papa describió a Chesterton como «un dotado Defensor de la Fe Católica». (…) Resultó particularmente acertado que Chesterton fuera el primer inglés que tuviera el honor de recibir del Papa el título de Defensor de la Fe desde que Enrique VIII lo ostentara cuatrocientos años atrás. Pienso que, situándose al margen de la Iglesia católica, el rey había condenado a su nación y a sus descendientes a una existencia nocturna durante la cual muchas cosas extrañas emergieron de la oscuridad; una de las más notables, lo que irónicamente se llamó el «Siglo de las Luces». En medio de este soberano disparate, Chesterton, un simple trabajador, se convirtió en el apóstol del sentido común. Como luz en la oscuridad de la Inglaterra moderna, Chesterton merecía el título que el Papa le había conferido. Fue y sigue siendo, un indomable Defensor de la Fe.

Por supuesto, la paradoja le da mucho juego, pero tengamos cuidado con el tópico de clasificarlo como paradojista profesional. Su amigo Hilaire Belloc advertía del riesgo de entender por paradoja una «tontería por medio de contradicción» y no una «iluminación mediante una yuxtaposición inesperada». «Pensar –había definido Chesterton– es conectar ideas»; y a él, a menudo, al hacer la conexión le saltaba un chispazo sorprendente…, y luego se encendía la luz. Más que paradojas puras, a lo Zenón, lo que le caracteriza es la perspectiva del que contempla el paisaje boca abajo, haciendo el pino o dando una voltereta, en un ejercicio que repite insistentemente en sus libros, o el que lo mira por el envés, a la vuelta de un viaje, por ejemplo, y que, gracias a ese punto de vista dislocado, da con la increíble verdad. (…) Daré solo una muestra de este mirar las cosas por el otro lado. Tras tantas y tantas vueltas a la fe y a la razón como contrapuestas o complementarias, apunta Chersterton: «Es ocioso estar discutiendo la eterna alternancia de la razón y la fe. La razón es, por sí misma, artículo de fe». Y sentimos que tiene –además de gracia– razón.

Extractos de los artículos:
G. K. Chesterton: Fidei Defensor, de Joseph Pearce, en traducción de Jaime Bonet (12-13)
Chesterton, autor –sobrevenido– de aforismos, de Enrique García-Máiquez (pp.22-23)
publicados ambos en el número 136 de Nueva Revista de Política, Cultura y Arte.

domingo, 26 de febrero de 2012

El crimen no se oculta

E incluso se lleva al escaparate.

Bueno, en realidad, se trata de novela policíaca, y la librería es Soriano, en la calle Játiva de Valencia.

Créditos:
Fotografía del escaparate de la librería Soriano, en Valencia, este febrero, del autor.

Tiempo de carné

He recibido el carné de El club de lectura de Finis Terrae (aunque echo en falta que la preceptiva fotografía, conforme nos indica la Real Academia, me muestre menos favorecido).

Recibido el cual, y casi con el plazo vencido, he podido finalizar satisfactoriamente la lectura de Doña Berta, sugerida hace un par de semanas.

Sin embargo, volviendo al carné, tengo una duda atroz: lo he recibido sin nada más, él solito, y claro, yo me pregunto: «¿Qué mejor forma de estrenar un carné de un club de lectura que leyendo su ‘manual de instrucciones’?»

Créditos:
Imagen del carné en cuestión.

High Noon, Law Down

Este viernes por la tarde pude ver (creo que era en 13TV) la secuencia final de la película Sólo ante el peligro, en el original que se dice, High Noon, en referencia a la hora precisa del mediodía en que sucederá lo que tenga que suceder.


Este año se cumple el sexagésimo aniversario de la película, por lo que no creo que resulte necesario hablar de ella, ni creo que tampoco sea una descortesía hablar del final de la pelicula. (No obstante, si alguien tiene alguna petición, se intentará atender –pero no la de callar el final porque éste el objeto de esta anotación).

La película se basa en el relato de John W. Cunningham titulado The Tin Star, (o La estrella de hojalata), en referencia a la estrella que lucía como distintivo del cargo el sheriff en los tiempos del Salvaje Oeste.

Curiosamente (o no, pues no he leído la narración original), sobre la estrella quiero hablar. Sin entrar a cuestionar cómo el sheriff busca ayuda para hacer frente a los delincuentes, sí me centraré en el final.

Cuando el preceptivo tiroteo acaba, salen los habitantes del poblado en socorro del vencedor que, no lo ocultemos, es el sheriff. Éste lanza una mirada de desprecio, como perdonándoles la vida, a sus conciudadanos, y a continuación coge la estrella… y la tira al suelo.

El caso es que no recordaba yo esta precisa escena y acción, y creo que no puede ser más oportuna, visto cómo está el patio en este país: cómo la ley es arrastrada primero, por quienes tienen a gala violarla; y luego, por quienes se llenan la boca con ella… hasta que sus resultados no les agradan. Y los ejemplos de esto último no están sólo en un lado.

Pero ya volveré sobre este tema (con algunos ejemplos).

De momento, me quedo en cómo un defensor de la ley arroja al suelo el símbolo de esa ley.

Y luego aún se extrañará alguien de que me guste John Wayne.

Créditos:
Fotograma de la escena en que la estrella está en el suelo, tomada de la película Sólo ante el peligro.

De nuevo, un veterano


Desde que el pasado 14 de junio de 1936 Gilbert Keith Chesterton hiciera un mutis por el foro, continuamente ha tenido que salir a saludar. Por ejemplo, mañana y pasado, días 27 y 28, en el Salón de Actos de la Facultad de Humanidades y CC. de la Comunicación de la Universidad CEU San Pablo (Paseo Juan XXIII, 6 - 28040 Madrid).

Estos dos días se celebrará el Congreso Internacional G. K. Chesterton 75 años después, cuyo reflejo en libro (para aquellos que no vamos a poder ir), ya está avisado que tendrá lugar a lo largo del curso académico 2012/2013.

Así pues, aunque algo tarde, pero ya se sabe que nunca es tarde si la dicha es buena, por lo menos, ya queda dicho.

Créditos:
Portada de Por qué soy católico, de G.K. Chesterton, edición de octubre de 2009 de El buey mudo.

viernes, 24 de febrero de 2012

Febrerillo el loco

Hace unos días comentábamos el error en un titular, al cabo de un tiempo corregido.

Hace muy poco, un error en el ordinal de una serie, también en un titular, al cabo de más tiempo, corregido.

Hoy, para compensar, son ellos los que corrigen; en concreto, a José María Ruiz-Mateos. Aunque para eso sea necesario inventarse una falta que no existe (es el caso de la palabra ‘mreces’, que en la imagen se ve perfectamente cómo está bien escrita).

Pero ‘dó irá el buey, que no are’. Pues eso: a principios de la noche, en concreto a las 21:42 he podido capturar este pantallazo de la noticia relativa al concurso Pasapalabra, durante un tiempo, Palapalabra, pues ha sido ahora cuando lo han corregido.

Sin embargo, como en el caso del artículo de nuestro amigo Vidal Manzanares, el literal del enlace de la noticia mantiene el error inicial.

Espero que sólo sea consecuencia temporal de este febrerillo el loco, no ya meteorológico, sino gramático; si no, lo llevan claro.

Pues, tras haberse llenado tanto la boca, tener que hablar de ellos mismos como unos más de entre los ‘damnificados de la LOGSE’ no quedará muy bien. Otra cosa es que no les importe.

Créditos:
Imagen del pantallazo de la portada de Libertad Digital con el error en el titular de la noticia sobre el concurso Pasapalabra.

miércoles, 22 de febrero de 2012

En el Templo y en el Taller

Porque, al fin y al cabo, es normal que un hombre «descubra», que vea a Dios también fuera del templo: allí donde vive, donde trabaja, donde descansa. La Iglesia siempre se preocupó por despertar semejante conciencia en los fieles. Llevamos muchos años enseñándoles: reza trabajando y por medio de tu trabajo, para que Cristo esté presente en tu mesa de trabajo. Es lo que pedía el Papa: «Abrid las puertas a Cristo». Todas las puertas, las de los estados, las de los sistemas, y también las de las oficinas y las fábricas. Y así ocurrió. Pues fueron ellos mismos, los trabajadores, quienes nos pidieron celebrar Santas Misas en sus lugares de trabajo.

Créditos:
Extracto de una respuesta del sacerdote Jerzy Popieluszko, en una conversación con el sacerdote Antoni Poninski, publicada en Lad Bozy, bisemanario polaco para familias católicas, en su número 9, del 1 de mayo de 1983, según la traducción de Helena Panteleeva, tomado de Sermones en Varsovia, recopilación de homilías, textos litúrgicos y otros textos, de las ‘misas por la Patria’ oficiadas por el sacerdote Jerzy Popieluszko entre febrero de 1982 y septiembre de 194, editado por Arín en octubre de 1985.
Imagen de Sagrada Familia en el taller de carpintero, óleo sobre lienzo, de Jerónimo Jacinto de Espinosa (1640 – 1660), existente en el Museo de Bellas Artes de Valencia, tomada de internet.

domingo, 19 de febrero de 2012

¿Cuatrero viene de cuatro?

Como quien quiera puede observar, César Vidal sigue con su fuga-saga, que diría aquél, de artículos en Libertad Digital.

Intencionado o no, ha coincidido el de este domingo con el asunto famoso de la reforma laboral y otras manifestaciones, y se titula Trabajar no es pecado.

Tengo que reconocer que hasta ahora no he leído el artículo, sólo el resumen y el comentario que figura legible a esta hora.

Lo que sí he visto, y me ha hecho gracia, es que precisamente en un artículo dedicado al trabajo, haya habido tanta desidia en su título: la cuarta entrega de la subserie ¿Hay salida? fue la de la semana pasada; en ésta, pues, correspondía el quinto episodio.


Se decía que no había quinto malo, pero eso, claro está, era antes. Ahora, además, queda así, como ejemplo de trabajo, de que se necesita un 4x4 potente para aguantar esta saga, y de que este hombre no se repite.

Créditos:
Imagen del pantallazo de Libertad Digital del artículo en cuestión hace dos horas y media, aunque sigue con el error.

Auctorĭtas

Llegan a Cafarnaún. Al llegar el sábado [Jesús] entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

Hace unos domingos se leyó en Misa este pasaje del Evangelio de San Marcos.

Con independencia de las naturales connotaciones religiosas del texto, es triste tener que constatar lo ‘pasado de moda’ que está. Y lo digo porque hace uso de la palabra autoridad.

Etimológicamente, la palabra Auctoritas procede de Auctor, o sea, Autor, es decir, según el DRAE, y para lo que interesa al objeto de esta anotación, “persona que es causa de algo”, “persona que inventa algo”, o “persona que ha hecho alguna obra científica, literaria o artística”: en definitiva, un creador.

Sin embargo, para encontrar (ahora) algo parecido a esta vinculación en la palabra Autoridad, tenemos que irnos a la tercera acepción: “Prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia”.

Y es que el prestigio ha sido suplantado por el poder, pues éste es el significado actual de la palabra Autoridad en su primera acepción: “Poder que gobierna o ejerce el mando, de hecho o de derecho” (la segunda no deja de ser una derivación de ésta).

En resumen, que la Auctoritas ha sido suplantada por la Potestas, y por eso, cuando se habla de argumentos de autoridad, aunque originariamente fueran de Auctoritas, ahora, en que apenas nadie está convencido de ningún principio, seguro que son de Potestas, pues el resultado es lo que cuenta.

Créditos:
Transcripción del Evangelio según San Marcos (1, 21-22), tomada de la Nueva Biblia de Jerusalén, revisada y aumentada, editada en 1998 por Desclée De Brouwer.

Bueno, bonito y, sobre todo, barato

DOMIN: ¿Qué tipo de trabajador cree usted que es el mejor desde un punto de vista práctico?
ELENA: ¿El mejor? Quizá el más honrado y más trabajador.
DOMIN: No, el más barato. Aquel cuyas necesidades son mínimas. El joven Rossum inventó un obrero que tiene un mínimo de exigencias. Lo tuvo que simplificar. Rechazó todo aquello que no contribuía directamente al progreso del trabajo. De esta forma rechazó todo aquello que hace al hombre más caro.

El 25 de enero de hace 91 años se estrenó en el Teatro Nacional de Praga la obra R.U.R. de Karel Čapek. Trataba, como la película Metrópolis y muchos de los trabajos realizados en aquellos años veinte, sobre el futuro (y, especialmente, sus riesgos).

La obra de teatro es famosa, básicamente, por dar carta de naturaleza a una palabra, derivada de la que en checo significa, bien “trabajo monótono y forzado”, bien “servidumbre”, o, más etimológicamente hablando, sencilla y llanamente “trabajo”.

Harry Domin, Director General de la empresa R.U.R., resume, con esa famosa palabra, lo que hizo el joven Rossum:
En realidad lo que hizo fue rechazar al hombre y hacer el robot.

Créditos:
Extracto del acto I de la obra de teatro R.U.R., de Karel Čapek, según traducción de Consuelo Vázquez de Parga, tomada de la edición de 2003 de Minotauro, en su colección Utopías (pág. 29).
Imagen de un cartel de la película Metrópolis, postal comprada en el Filmuseum de Berlín en enero de 2010, por el autor.

Momentos músico-bailables


¿Ciencia exacta?

Las matemáticas, como todo el mundo sabe, son una ciencia exacta. El uso de las matemáticas, como todo el mundo o sabe o intuye, no.

Hace algo más de treinta años, Mingote, desde su rincón en ABC, nos mostró esta circunstancia, poniendo como ejemplo, precisamente, a un economista. Justo lo que ahora se estila tanto en España, las cifras y los economistas (y las opiniones sobre economía de quienes no lo son, como, por ejemplo, yo).

Resulta curioso cómo se quiere destacar la importancia de las cifras en un sector, como es el de la economía, en el que precisamente son importantes las cifras, cosa muy distinta de ‘la verdad de las cifras’.

Hace tiempo tuvo su pujanza la ingeniería financiera y la contabilidad creativa. No hace falta llegar a tanta calificación, basta con decir contabilidad: en unos casos, con errores apreciables, en otros, sin errores, pero también apreciables.

En resumen, ya se decía en una aventura de Astérix hace unos 35 años: “A las cifras se les hace decir lo que se quiere”.


(Y mientras decido si contar o no quién encargó los doce yunques en cuestión, dejo un enlace al artículo de Juan Ramón Rallo del pasado viernes).

Créditos:
Viñeta de Antonio Mingote, publicada en ABC el 30 de agosto de 1980, tomada de la hemeroteca del diario en internet.
Viñeta de la aventura El regalo del César (con traducción de Víctor Mora), protagonizada por Astérix y sus vecinos, dibujada por Uderzo sobre guión de Goscinny, publicada por Dargaud Editeur en 1974, y tomada del volumen 6 de la edición de Las aventuras de Astérix, realizada por Grijalbo en 1986.

sábado, 18 de febrero de 2012

Emelental, queridos míos

- Va a haber tormenta –dijo Manuel Vicent afinando en la voz el timbre que suelen utilizar los hombres del tiempo cuando dan a conocer un pronóstico negativo–. ¡Y será de aúpa!
- ¿Cómo lo sabes? –preguntó Irene.
- ¡Por el mar! ¡Me apuesto lo que quieras a que es por el mar! –exclamó Jaime.
- ¿Por el mar? –objetó Vicent–. ¡Nooo! ¡Ya me gustaría a mí saber leer sus designios, pero son inescrutables! ¡Como los de todos los dioses!
- ¿Entonces por qué lo sabes? –indagó Irene.
- Por la televisión –respondió el escritor disculpándose con un gesto de los hombros por dar una contestación tan poco literaria–. Lo he oído en las noticias mientras me recortaba la perilla.

El establecimiento de Sherlock Holmes como prototipo de persona muy observadora gracias a lo cual consigue deducir gran cantidad de información dio pie a que estas cualidades fueran objeto de caricatura y humor.

No sé si Luis Herrero será aún el último en haberlo hecho, pero desde luego, no ha sido el primero.

El primero fue… ¡elemental, mis queridos lectores!: el propio Arthur Conan Doyle.

Y qué mejor momento de hacerlo que en el regreso literario del personaje.

Recordemos que en diciembre de 1893 nos enteramos, como se nos narró en El problema final, de que Holmes y Moriarty caen ambos por la catarata de Reichenbach. A todos los efectos literarios, Sherlock Holmes había fallecido. A los efectos vitales, no: continuó, a través de sus seguidores, presente en la vida de Conan Doyle, quien, finalmente, cedió, y en agosto de 1901 inició la publicación por entregas de una nueva novela, El perro de los Baskerville… aunque cedió poco, ya que esta aventura se sitúa en el tiempo antes del famoso viaje a Suiza.

Y así fue el regreso literario:
El señor Sherlock Holmes, que por lo general se levantaba muy tarde, excepto en las frecuentes ocasiones en que pasaba en vela toda la noche, estaba sentado a la mesa del desayuno. Yo me hallaba de pie junto a la chimenea y recogí el bastón que nuestro visitante había olvidado la noche anterior. Era sólido, de madera de buena calidad, con la cabeza en forma de bulbo, del tipo conocido como «bastón de Penang». Justo debajo del puño había una ancha placa de plata, de casi una pulgada, con la inscripción «A James Mortimer, M.R.C.S., de sus amigos del C.C.H.», y una fecha «1884». Era el clásico bastón que solían llevar los médicos de cabecera chapados a la antigua: digno, sólido y tranquilizador.
- Bien, Watson, ¿qué me dice usted de él?
Holmes estaba sentado de espaldas a mí, y yo no había dado indicios de lo que me ocupaba.
- ¿Cómo sabe lo que estoy haciendo? A veces parece que tenga usted ojos en la nuca.
- Lo que tengo es una cafetera plateada y bien bruñida delante de mí – dijo.

Créditos:
Inicio del capítulo XVII El preludio de la tormenta, de la obra de Luis Herrero Los días entre el mar y la muerte, editada por La esfera de los libros.
Inicio del capítulo I El señor Sherlock Holmes, de la obra El perro de los Baskerville, de Arthur Conan Doyle, según traducción de Esther Tusquets, editado por Nórdica Libros en su colección Nórdica Ilustrados.

Justo a tiempo

Hace un rato he visto el titular (cuya imagen acompaña estas líneas), con la noticia de que en declaraciones tomadas a alguien, la Infanta Elena había sido exculpada de ciertas actuaciones en relación con el famoso caso protagonizado por su cuñado.

Lo que me ha traído a la memoria la noticia del pasado martes, en la que se informaba de que el patrullero antes corbeta Infanta Elena había zarpado para una nueva misión en el Golfo Pérsico.

Justo a tiempo, he pensado, pues lo mismo, alguien se equivoca (hay mucha falta de profesionalidad en España, no paran de recordárnoslo) y hace regresar al patrullero si no se llega a exculpar a la Infanta.

Nota:
¡Vaya por Dios! Resulta que a quien han exculpado es a la Infanta Cristina, con lo que ya no hay opción de error al funcionario de turno. La noticia ha sido corregida y sin mácula. (¿Error? ¿Qué error?)

Pero como en el famoso protocolo ante fallos «¿Se ha enterado alguien?»

Créditos:
Imágenes de los pantallazos de Libertad Digital de la noticia en cuestión, de esta misma tarde.

Quédate a mi lado

El caso es que sí estaba a su lado, pero de un tiempo a esta parte, cada vez que salta, me pisa algún pie… o los dos.

Y si antes era casualidad, ahora, en mi opinión, es intencionado.

(Además, cada día que pasa, salta más veces)

miércoles, 15 de febrero de 2012

La situación es desesperada, pero no grave

Uno de los ‘programas de vida’ más intensos de la historia del cine (aunque no haya música, estaban “en misión de Dios”).

«- It's 106 miles to Chicago. We've got a full tank of gas, half a pack of cigarettes, it's dark, and we're wearing sunglasses.
- Hit it.»

martes, 14 de febrero de 2012

Literatura amorosa… comentada

- Pero… ¿qué estás haciendo, Sammy? ¿Intentas instruirte dedicándote a la literatura, muchacho?
- Sólo era una carta, padre –se azoró Sam–. Ya terminé.
- Lo imagino. Pero... no irás a decirme que la diriges a alguna muchacha, ¿verdad?
- ¿Por qué no? Tampoco pretendo ocultárselo, padre. Es una «valentina», simplemente.
- ¿Qué has dicho? –se sobresaltó el padre al escuchar aquella abominación.
- Pues eso: nada más que una «valentina».
- ¡Pero, Sammy, hijo mío! –se escandalizó míster Weller. (…)
- ¡Vamos, prepárese una pipa, que voy a leerle esta carta que tanto teme!
Nos queda por saber si tranquilizaron más al anciano las palabras de Sam o la perspectiva de fumarse una pipa. Pero es el caso que su gesto se relajó al quitarse el abrigo y, cargando calmosamente la enorme cazoleta de su cachimba, se recostaba cómodamente sobre su silla arrimando la espalda al fuego y haciéndole a su hijo una seña con la cabeza indicando que estaba dispuesto a escucharle.
Sam apoyó la pluma sobre el tintero, para tenerla dispuesta si se imponían rectificaciones, y empezó a declamar teatralmente:
- «Encantadora…»
- ¡Espera! –cortó el anciano, tirando de pronto la cadena de la campanilla– ¡Tráeme un vaso de lo acostumbrado, hija mía! –le pidió a la muchacha que acudió en seguida.
- ¡Al instante, señor! –contestó la chica, que no tardó ni medio minuto en complacerle.
- Veo que les tiene usted muy bien enseñados –observó Sam.
- Me conocen de hace tiempo. Continúa leyendo, hijo.
- «Encantadora criatura» - repitió Sam.
- ¡Oye! Suponqo que no lo habrás puesto en verso, ¿verdad?
- ¡Dios me libre!
- Lo celebro. La poesía resulta artificiosa: no sé de nadie que emplee el verso para expresarse, salvo el recaudador de contribuciones y ciertos anuncios de aceites o betún para los zapatos… No caigas nunca en la tentación del verso, muchacho. Anda, sigue.
Mientras míster Weller chupaba su pipa con gesto y actitud de atenta crítica, Sam volvió al contenido de sus garabatos:
- «Encantadora criatura: me siento condenado y…»
- Esto me parece exagerado –atajó míster Weller, quitándose la pipa de entre los dientes.
- Bueno, creo que no dice «condenado» –dudó Sam, levantando la carta para aprovechar más la luz–. No, pone «avergonzaado», veo que hay un borrón que confunde un poco…
- Eso está mejor –aprobó el padre–. Sigue.
- «… me siento avergonzado y completamente cir… cir…» –volvió a tropezar Sam, rascándose furiosamente la cabeza con el mango de la pluma–. ¡Vaya, no consigo entender lo que escribí!
- Procura adivinar, hijo.
- Es que hay otro borrón, y grandote. Leo una «c», una «i» y una «r», pero lo demás…
- ¡«Circundado»! ¿No será eso?
- No, no es «circundado». Es… ¡«circunscrito», ahora caigo!
- Pero me gusta mucho más «circundado», Sam.
- ¿Usted cree?
- ¡Seguro, muchacho!
- ¿Y si resulta que no tiene sentido aquí?
- ¿Qué importa eso? El caso es que suene bonito… Vamos, continúa.
- «Me siento avergonzado y completamente circunscrito, digo circundado, por el afán de escribirle esta carta, porque estoy convencido de que es usted una muchacha muy bella.»
- ¡Esto te ha salido muy redondo, Sammy! –alabó el padre, liberando su boca de la pipa para poderlo decir más fogosamente.
- Ya me lo pareció mientras lo escribía… –admitió Sam, modestamente halagado.
- Apruebo sobre todo esa manera que tienes de decir las cosas, sin adjetivos tontos o inútiles, Sammy…¿Para qué empeñarse que una chica tenga que ser «Venus», «Ángel» u otras sandeces por el estilo?
- ¡Claro! ¿Para qué, padre?
- Igualmente se la podría calificar de «hipógrifo», «unicornio», «centauro», o cualquier nombre de animal imaginario, ¿no crees?
- En efecto, sería casi lo mismo.
- Vamos, no te entretengas, Sam.
Sam dejó que su padre fuera meditando entre nubes de humo, mientras él seguía descifrando su letra.
- «Siempre supuse que todas las mujeres eran iguales; pero eso sólo fue hasta que la conocí a usted.»
-¿Quién te dijo que no lo son…? –refunfuño míster Weller.
- «Pero comprendo ahora que he sido un cabezón, estoy comprobando que ninguna se le puede comparar, usted me gusta mucho más que cualquier otra.» No sé si eso queda bien concreto, padre –sospechó Sam.
Míster Weller le tranquilizó con un gesto y Sam continuó:
- «Me propongo así aprovechar la celebrarción de esta fecha, mi querida Mary, para hacerle saber que el recuerdo de su imagen quedó grabado en mi corazón desde aquella primera vez que en que la vi a usted, y ello tan imborrablemente, tan vivo, que me sentiría capaz si fuera pintor, de pintar su exacto retrato y ponerle cristal y marco en menos de tres minutos.»
- Sospecho que aquí ya vas cayendo en lo poético, Sammy –amenzaó míster Weller señalándole con la boquilla de su pipa.
- ¡No, no, de ningún modo, padre! –rechazó Sam, reanudando en seguida la lectura para que no le tocaran aquel maravilloso párrafo–: «Ruego que me acepte, pues, mi querida Mary, como su "Valentín", y que recuerde lo que le acabo de decirle. Termino aquí, Mary querida». Y nada más –suspiró Sam.
- ¿No crees que terminas muy bruscamente?
- ¡No, no, así es mejor! Es muy probable que ella esperara algo más largo, y aquí está precisamente el secreto de una buena carta.
- Es posible –meditó míster Weller–; tal vez tengas razón. Lástima que tu madrastra no aprenda a cortar así por lo sano…

Créditos:
Extracto del Capítulo XXXIII de la obra de Charles Dickens Los papeles póstumos del Club Pickwick, según traducción de A. Ferrer, en edición de diciembre de 1973 de Editorial Bruguera, como número 119 de su colección Libro Clásico (pp. 505-509).

Fácil, y a elegir

Ayer traía un ejemplo literario sobre lo fácil que es escribir, o no.

Para demostrarlo (o no), hoy traigo un ejemplo visual, musical y dinámico, sobre… dos escrituras a elegir.


Tintín y la libertad de prensa (o de expresión) retroactiva

Hace tiempo salió la noticia de que se había presentado una querella por racismo contra la obra de Georges Remi (Hergé) Tintín en el Congo, obra que, como otras del autor, éste fue ‘agiornando’ a lo largo del tiempo (llámese revisión, mejora o autocensura, si se quiere).

Bueno, pues ya hay sentencia.

En su despedida de la aventura, a bordo de una avioneta, Tintín dice: “¡Adiós, África, donde aún me quedaban tantas cosas por ver!”.

Seguro que no se esperaba ver una querella contra él, aunque fuera en Europa. Pero se ve que es el sino de algunos periodistas.

¡Ah, sí! ¡Se me olvidaba!

De momento, salvo lo que pueda resultar de la posible apelación, el tribunal, en mi opinión, ha tenido dos dedos de frente y sentido común.

Créditos:
Imagen de la portada de Tintín en el Congo, de la primera edición, de 1968, de Editorial Juventud, de tapa dura, de la biblioteca del autor.

Valiente Valentín

Andando todavía sobrado de tiempo, se detenía ante cualquier escaparate que le saliera al paso, de modo que poco puede extrañarnos que pareciera extasiarse en cierto momento ante el perteneciente a una papelería. Pero golpeó de pronto el suelo con el pie al contemplar ciertos cuadros allí expuestos, exclamando con vivo gesto de sorpresa:
- ¡Demonios! ¡Hubiera sido capaz de olvidarlo si no llego a fijarme en esto!
Acababa de llamarle tan poderosamente la atención un cuadro profusamente coloreado, donde aparecían dos corazones que, atravesados por una misma flecha, se asaban sobre una llameante hoguera; una pareja de caníbales vestidos a la moderna, él con casaca azul y blancos pantalones, y ella con abrigo y sombrilla encarnados, se dirigían muy interesados hacia aquel banquete a través de un sinuoso camino, mientras un joven harto despreocupado, que llevaba como única vestimenta un par de alas, soplaba sobre el fuego. La vaga silueta de la iglesia de Langhan servía de fondo al dibujo, que podía ser obtenido solamente por dieciocho peniques el ejemplar, según rezaba un cartel que, además, recordaba que el establecimiento contaba con gran surtido de modelos semejantes con motivo de la festividad de San Valentín, dedicada a los novios.

Como puede verse, ya en 1836 se ‘celebraba’ a San Valentín como patrón o día de los enamorados, con independencia de cualquier consideración a Rodolfo Valentino muchos años después (aunque en Estados Unidos, y no en Inglaterra, claro). Se observa, igualmente, que el gusto en los dibujos alusivos tampoco es que haya mejorado mucho.

Por eso, agrada ver, paseando por las calles, la sencillez e ilusión de algunos desconocidos (e imaginarse, tal vez, el sonrojo de otras).

Créditos:
Extracto del Capítulo XXXIII de la obra de Charles Dickens Los papeles póstumos del Club Pickwick, según traducción de A. Ferrer, en edición de diciembre de 1973 de Editorial Bruguera, como número 119 de su colección Libro Clásico (pág. 503).
Fotografía de una declaración (con corazón) pintada en una acera de Valencia, de este febrero, del autor.

lunes, 13 de febrero de 2012

Escribir: ¡qué fácil! (o no)

- No importa, preciosidad. ¿Puede servirme mientras tanto un vaso de aguardiente que no pase de nueve peniques y prestarme un tintero?
Sam se instaló en una mesa junto al fuego; la muchacha le trajo la bebida y el tintero y arregló el rescoldo antes de marcharse, llevándose el atizador para que nadie sin permiso de la casa se permitiera modificar el grado de calor previsto para aquella hora. Sam limpió entonces la superficie de la mesa con su manga, en previsión de que contuviera migas; sacó el papel cuidadosamente arrollado, miró la pluma, en busca de invisibles pelos o impurezas, destapó el tintero y estirando sus brazos dentro de las mangas de la chaqueta, apuntaló los codos contra la mesa y se preparó a escribir.
Supone esto una operación evidentemente complicada para las personas poco dadas a sostener una pluma entre sus dedos. Suelen agachar la cabeza rozando la oreja sobre el brazo izquierdo, teniendo la superficie del papel casi a su mismo nivel y observando de reojo las letras que van dibujando, mientras asoman la punta de la lengua y la retuercen contenidamente, siguiendo con su gesto los caracteres que pretenden plasmar. Tales supuestas ayudas consiguen tan sólo retrasar, en realidad, el espontáneo gesto de la mano; y fue así que Sam llevaba por lo menos una hora y media peleándose con una diminuta escritura, emborronando con la punta del meñique sus muchos fracasos y sustituyéndolos por nuevos signos colocados encima, cuando le sobresaltó la llegada de su padre empujando la puerta.
- ¡Hola, Sammy! –saludó el anciano.
- ¡Hola, prodigioso autor de mis días! –contestó Sam dejando a un lado la pesada pluma.

Ya sabíamos que Sam Weller escribió una carta. Ahora, sabemos cómo fue su proceso, perfectamente descrito por Charles Dickens. Ya sabremos del tema, y de la revisión y depuración de la misma.

Pero, de momento, y sin que se desprenda de ello referencia alguna a la forma de escribir de ninguno de los escritores recientemente mencionados en estas páginas, dejémoslo así.

Créditos:
Extracto del Capítulo XXXIII de la obra de Charles Dickens Los papeles póstumos del Club Pickwick, según traducción de A. Ferrer, en edición de diciembre de 1973 de Editorial Bruguera, como número 119 de su colección Libro Clásico (pp. 504-505).

Grandes… señales hay

Con objeto de ilustrar a estos mis lectores, quiero anunciar, hoy día 13, que el próximo día 1 de marzo, según figura en el folleto editado al efecto (y cuya portada, reproduciendo, supongo, la del libro, se adjunta), se pone a la venta en El Corte Inglés la segunda entrega de Episodios de una guerra interminable, cuya autora, no hace falta decirlo, es Almudena Grandes.

Avisado queda, para que luego nadie diga “de este libro no leeré”.

[Lo triste del caso es que me enteré de su existencia y de su título (El lector de Julio Verne) en vísperas de cumplirse el aniversario del nacimiento del escritor.]

Sobre fábulas y relatos

Zeus, Prometeo y Atena, que habían modelado, el primero un toro, Prometeo un hombre, y la diosa, una casa, eligieron a Momo como árbitro. Éste, envidioso de sus creaciones, empezó a decir que Zeus había comoetido un fallo al no poner los ojos del toro en los cuernos para que pudiera ver dónde atacaba; a Prometeo le criticó porque no había colgado fuera las mientes del hombre, para que así no pasaran inadvertidos los malos y fuera vien visible los que cada uno tenía en su cabeza. En tercer lugar, dijo que Atena debería haber puesto la casa sobre ruedas para que si uno iba a vivir con un malvado por vecino, pudiera desplazarse fácilmente. Entonces, Zeus, indignado con él por su envidia, lo echó del Olimpo.
La fábula muestra que nada hay tan perfecto que, desde luego, no se haga acreedor de alguna crítica.

- - - - -

Por cierto, por cierto. Si no entendí mal, este lunes, día 13, sale a la venta el último libro de César Vidal Manzanares, un recopilatorio de sus relatos de las nueve de la noche.

Y hasta aquí puedo avisar.

Créditos:
Transcripción de Zeus, Prometeo, Atena y Momo, fábula de Esopo, según traducción de Pedro Bádenas de la Peña, publicada por Gredos en 1982, y reeditada por RBA en el volumen titulado Fábulas, como número 8 de su colección Biblioteca Gredos, en 2006 (fábula nº 100, y página 87).

domingo, 12 de febrero de 2012

Actualizando a Goya

Es conocido el grabado (con la técnica del aguafuerte) que realizó Francisco de Goya con el título El sueño de la razón produce monstruos.

Momentos en los que la razón (más o menos abundante en cada persona) ha tenido sus escarceos con Morfeo, abandonando la consciencia, han sido numerosos. Tal vez, uno de los más conocidos, por la abundante coincidencia de implicados, sea el sucedido durante la VII Cumbre Asia-Unión Europea (ASEM – Asia-Europa Meeting), en octubre de 2008, y que mereció honores de portada, por ejemplo, en ABC el día 25.


El caso es que ha sido costumbre últimamente este sueño de la razón, por lo que no es de extrañar que, finalmente, la frase del grabado goyesco, acabe siendo enunciada algo así como:


Lo que tal vez tenga algo que ver con el hecho de que, en relación con el grabado en cuestión, según la Wikipedia, en el Manuscrito de la Biblioteca Nacional se le refiere como “cuando los hombres no oyen el grito de la razón, todo se vuelve visiones”.

(Y para visiones, películas)

Créditos:
Imagen del grabado de Goya El sueño de la razón produce monstruos, tomado de internet.
Conjunto de fotografías de la VII Cumbre ASEM, tomado de internet.
Detalle de la fotografía de Baltasar Garzón, tomada de la portada de Libertad Digital del jueves 9 de febrero de 2012.

¿Historia inocente o inocentada histórica?

Tras haber hablado de los indios con tanta benevolencia, a la señorita Hempel le horrorizó descubrir, cuando estaba en la librería un domingo por la tarde, un libro recién publicado que la contradecía. De pie en uno de los pasillos, hizo una mueca al hojear el libro. Según los últimos descubrimientos antropológicos, los indios no se portaban bien con la naturaleza; talaban los bosques, cazaban los animales hasta casi extinguirlos; comían exquisiteces como el feto de búfalo, abandonando a la madre, que dejaban pudrirse al sol.
El libro estaba expuesto en una estantería junto con una serie de libros que parecían todos de la misma tendencia. La señorita Hempel se dio cuenta de que había aparecido una nueva categoría literaria, cuyo único cometido parecía ser el de desenmascarar las mentiras y los engaños de la historia estadounidense. Paul Revere no gritó «¡Vienen los ingleses!». Thomas Jefferson sí sedujo y embarazó a Sally Hemings, su esclava. A los Padres de la Constitución no les interesaba lo más mínimo la igualdad. Y John Brown, el abolicionista loco, estaba perfectamente cuerdo. Hasta la teoría de la migración por el estrecho de Bering era cuestionada. Al parecer, lor primeros norteamericanos no llegaron por ahí, ni mucho menos.
La señorita Hempel, furiosa, se sentía engañada. Había tardado mucho en leer ¡América, América!, y de repente se encontraba con un estante lleno de libros que ponían en duda todo lo que estaba a punto de enseñar a sus alumnos.

Hace unas semanas, en concreto, el lunes día 23 de enero, en la sección sobre la Historia en el programa Es la mañana de Federico, habló César Vidal Manzanares sobre las causas de la Guerra Civil, Guerra de Secesión o Guerra entre los Estados (como suele decir en su programa de la madrugada dominical), en Estados Unidos.

La causa siempre se ha comentado que era la cuestión de la esclavitud, pero claro, tras leer lo arriba transcrito sobre Jefferson y los Padres de la Constitución, es lógico que entren dudas,… y sospechas de que la razón sea más… prosaica.

Y en efecto: “En opinión de César Vidal, "lo que lleva finalmente a la guerra civil era una cuestión de impuestos"”.

Vamos, que no resulta tan extraño que menos de un siglo después, la ley más estricta fuera la fiscal.

Hago gracia de comentar lo de que “el sur era liberal y partidario del librecambismo” (así, destacado en negrilla en el original) y su ¿consiguiente? relación a favor de la esclavitud, y me quedaré en esta otra perla:

César Vidal ha apuntado que "para entender la mentalidad americana, si en EEUU se hubiera aprobado un arancel Cambó, arancel español que oprimía España mantener la industria de Cataluña durante el XIX y parte del XX, los ejércitos del sur hubieran invadido Washington".

Es decir, que si se hubiera aprobado una ley no del gusto del Sur, los ejércitos sureños hubieran invadido la capital de la nación: a esto creo que lo llaman primacía de la ley y separación de poderes.

Sin embargo, tenía que admitir que ese tipo de libros le parecía necesario, y que comprendía su existencia. Era difícil contar la historia con honestidad. Si ya era difícil que una persona contara su pasado con fidelidad, contar fielmente la historia de un país entero era casi imposible.

¡Ay, cuánto hay que aprender del razonamiento de una humilde maestra! ¿Verdad?

Créditos:
Extractos del capítulo Travesía, quinto relato de Las crónicas de la señorita Hempel, de Sarah Shun-lien Bynum, según traducción de Gabriela Bustelo, en edición de Libros del Asteroide (pp. 166-167).
Extractos de la noticia sobre lo expuesto en la sección Preguntas a la Historia en el programa Es la mañana de Federico, del día 23 de enero de 2012.
Imagen de la noticia-inocentada publicada por Libertad Digital el pasado 28 de diciembre de 2011.

sábado, 11 de febrero de 2012

Sobre imágenes y palabras

La reciente reforma laboral, como todo el mundo sabe, era necesaria para facilitar la creación de empleo, y luchar así como el paro.

Por eso, en la portada de Libertad Digital de hoy, poco antes de comer, se encontraba como destacada la noticia que analizaba cómo a partir de ahora se puede evaluar el número de puestos de trabajo creados según las características de las empresas y sectores. Sí, es la noticia que destaco.

¿Cómo? ¿Qué en realidad se titula ‘¿Cómo será mi indemnización?’? ¿Que el análisis es sobre cómo calcular el despido? ¿Pero no era una reforma para facilitar la contratación, no para facilitar el despido?

Me parece que alguien se ha equivocado. O no, que diría el Presi.

Créditos:
Pantallazo de la portada de Libertad Digital a las 13:45 de hoy, destacando el titular de la noticia en cuestión.