domingo, 5 de agosto de 2012

Et requiescite pusillum

Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.» Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

Éste sí fue el Evangelio de hace dos semanas. Sobre el que podemos destacar diversos aspectos:
- Jesús les dice a sus apóstoles que vayan a descansar un poco, incluso, “aparte, a un lugar solitario”. Es decir, que el descanso propiamente dicho supone una separación del trabajo, no sólo físicamente, sino también con la mente. ¡Ah! Fijémonos que lo solitario no el hombre (Jesús habla en plural), sino el lugar.
- Lo importante es que el hombre descanse (“no les quedaba tiempo ni para comer”), y no tanto el momento elegido (así, no se nos dice que ese día fuera sábado).
- Lo segundo más importante: el principio. Jesús dice: “Venid también vosotros”. Es decir, no les dice que vayan a descansar por ahí, sino que vayan a descansar CON ÉL; que el momento del descanso no es sólo para el cuerpo y la mente respecto del cansancio en el Mundo, sino también, y especialmente, para el alma. En resumen, el famoso “Santificarás las fiestas” del Decálogo.
- Lo primero más importante: que aun habiéndose retirado a descansar con sus discípulos, ni siquiera Él en ese momento, y por extensión, en ningún otro, descansa: “y se puso a enseñarles muchas cosas”.

Matización a lo anterior: los apóstoles venían de evangelizar (“todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado”), es decir, ése era su trabajo, y se habían retirado a descansar. En el Evangelio se nos dice que quien, aun así, vuelve a la predicación es Jesucristo, no los apóstoles, lo que puede interpretarse que el hombre, incluso en la evangelización, tiene que descansar un poco.

De ese modo, tanto el cuerpo, como la mente, recobran energías para hacer bien el trabajo.

Porque, al fin y al cabo, Jesucristo, en tanto que Dios Hijo, nos cubre el puesto.

Pero eso no quiere decir que nos vaya a hacer nuestro trabajo, ¿eh?

Créditos:
En el título, transcripción parcial del versículo 31 del capítulo 6 del Evangelium secundum Marcum, tomada de la Biblia Vulgata, en edición de Colunga-Turrado, publicada por Biblioteca de Autores Cristianos (duodécima edición, de 2005)
Transcripción del Evangelio según San Marcos (6, 30-34), tomada de la Nueva Biblia de Jerusalén, revisada y aumentada, editada en 1998 por Desclée De Brouwer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario