martes, 22 de enero de 2013

Doctores tiene la Iglesia… y también enfermos

Yo supe de Teilhard de Chardin, como, supongo, muchos de mi generación, gracias a las clases de Religión; de Religión Católica, se entiende. Reminiscencias de aquello me llevaron, durante las Fallas de 1989, en la XII Feria del Libro Antiguo, a adquirir, al verlo, un ejemplar de Diálogo con Teilhard de Chardin, obra de Olivier A. Rabut, quien no era jesuita como Teilhard, sino dominico. La edición del libro es de marzo de 1960, y, siendo editado por la Editorial Estela, de Barcelona, cuenta con el Nihil Obstat de dicha Diócesis.

Sin embargo, como muchos otros, el libro ha estado esperando su turno de lectura, ya que por tiempo, ánimo o interés, no ha habido forma de decidirme por él (aunque también ha contado para ello una cierta dispersión física de los libros).

El caso es que de aquellos tiempos escolares sólo tengo constancia de dos cosas:
- la primera, que no recuerdo nada de lo que se me dijo o dejó de decir de Teilhard de Chardin.
- la segunda, que es la que motiva esta anotación, es que sí tengo la impresión de que entre los comentarios que se hicieron de su obra, ninguno era negativo. En esta línea, por lo que he hojeado, parece encontrarse el libro que he mencionado.

¿Y a qué viene todo esto?

Pues viene a que hace pocos días me he enterado que parte de los planteamientos realizados en su momento por Teilhard de Chardin, en particular, los de carácter teológico, claro, fueron calificados por la Iglesia como no conformes a la Doctrina Católica, por no decir, incluso, que contrarios.

Y dichas advertencias ya fueron realizadas poco después de su muerte (en 1955) –pues la mayor parte de sus obras se editaron póstumamente–, llegándose a publicar en 1962 un monitum advirtiendo de “ambigüedades e incluso errores serios, que ofenden a la doctrina católica”.

Pero claro, en seguida llegó el Concilio Vaticano II, y tras él, quienes decidieron interpretar qué se había realmente resuelto en el Concilio, facilitándose que, entre otras, entraran con todos los honores en las clases de religión católica, doctrinas y planteamientos poco católicos, como era el caso de los de Teilhard de Chardin.

Este año se celebra el Año de la Fe, con numerosas actividades pastorales, entre ellas, unas jornadas organizadas por Escuelas Católicas. La noticia de estos días, y más aún, de hoy, es que ninguna de las convocatorias cuenta con el visto bueno de los obispos de las diócesis afectadas por incluir en el programa y entre los ponentes, posturas contrarias al Magisterio de la Iglesia. Su realización final, por tanto, depende de la reconducción de las jornadas al… catolicismo.

Y es que tal vez, tras los famosos “signos de los tiempos”, haya llegado el “tiempo de los signos”.

2 comentarios:

  1. Pues a mí quien me lo presentó fue mi madre, y lo hizo de la mano de la paleontología.

    Un saludo.

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  2. Qué privilegiada, S.Cid.
    Pues sí, era paleontólogo, y de ahí se pasó a la cosmología y teología. Veré de leer el libro a que me refiero en la anotación, y así poder decir alguna cosa más por aquí.

    Un saludo.

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