sábado, 26 de octubre de 2013

¿Autoridad con poder, o tan sólo poder autorizado?

Hace ya tiempo que Esperanza Aguirre fue la primera (creo) en propugnar para los docentes la consideración de «Autoridad».

Hace, por tanto, el mismo tiempo, menos un poco, que tengo pendiente una anotación para manifestar mi oposición a tal consideración, así, sin mayores condiciones (que no recuerdo que ella expusiera en su momento, ni después).

Esperanza Aguirre parece que ya no está en plena actividad política, pero el problema de la enseñanza sigue plenamente activo, por lo que la actualidad de esta semana que acaba me sirve para publicar la anotación.

El motivo de mi oposición a dicho reconocimiento como «Autoridad» de los docentes, así en general y por definición, es que, en general, se trata, ahora y en España, de una «contradictio in terminis»: la inmensa mayoría de los docentes vienen de los polvos logsianos, y por tanto, con los lodos «anti-autoridad». Difícilmente, pues, van a poder asumir dicha función, para la cual, además, en ningún momento fueron preparados.

Es más, consecuencia de ese mayoritario posicionamiento ideológico, el uso que previsiblemente se acabaría haciendo de la «Autoridad» no sería el de la Auctorĭtas sino el de la Potestas, resultando peor el remedio que la enfermedad.

Naturalmente, a lo expuesto se pueden poner objeciones, pero esperen un poco, y háganlo después, no de la publicidad, sino del resumen de prensa sobre la huelga del jueves (tal vez con los mismos resultados académicos que el año pasado en Valencia), la decisión de no aplicar la Ley por parte de la… Autoridad, y la situación en Baleares porque actúan con Potestas, es decir, porque pueden (y les dejan).

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