lunes, 7 de octubre de 2013

Una oportuna ocasión

La armada otomana salió del golfo de Lepanto donde  habia entrado, y se componia de doscientas y sesenta galeras, seguidas de otros muchos buques de diversas formas. Estaban discordes entre sí los capitanes turcos; pero habiéndose publicado una cédula del sultan, venció el dictámen de que se diese la batalla. Ordenáronse pues para la pelea con admirable ardor en aquel fatal golfo, tan célebre por otros combates navales, animando á unos y otros la esperanza de la victoria. Ocupaba Doria el ala derecha, Agustín Barbarigo la izquierda, y don Juan de Austria el centro. En el frente se colocaron las seis galeazas al mando de don Francisco Duodo, capitan esperimentado, para que con la multitud de la artillería que llevaban destrozasen y desordenasen la armada enemiga. Don Alvaro de Bazán, á quien el rey don Felipe habia condecorado con el título de Marqués de Santa Cruz, iba con treinta galeras auxiliares para acudir adonde lo exigiese el peligro.
Luego que don Juan de Austria dió vista á la armada enemiga, mandó enarbolar en lo mas alto de su galera la bandera de la santa cruz, y con un cañonazo hizo la señal de que se previniesen todos á la batalla. Inmediatamente entró en una galera mas pequeña, y recorriendo toda la armada, exhortó á todos á pelear valerosamente, diciéndoles, que en aquel dia se trataba de la suerte de la religion y de la patria, y de los padres y parientes: que en su diestra llevaban la victoria; y que el no conseguirla seria ignominioso á unos hombres tan fuertes; por lo cual era preciso vencer valerosamente, ó perder la vida con honra. Habló en particular á cada una de las naciones, las recordó sus más heróicas hazañas, y las animó a la pelea. Otro tanto hicieron los generales de las armadas; y al mismo tiempo se publicó por los sacerdotes la indulgencia plenaria concedida por el pontífice a todos los que muriesen en tan piadosa empresa. La armada otomana navegaba en forma de media luna con viento en popa; pero la incomodaban mucho los rayos del sol que les daba de frente. (...) Al mismo tiempo de dar el combate, advirtió don Miguel de Moncada al Austriaco que en aquel dia se celebraba con mucha devocion la fiesta de nuestra Señora de los Remedios en la iglesia de los trinitarios de Valencia. Como aquel principe era tan devoto de la Madre de Dios, se encomendó á ella con fervorosa piedad, y habiendo hecho el enemigo la señal de la batalla, le correspondió con un cañonazo; y dispuestas ya todas las cosas, se encaminaron á la pelea. Luego que estuvieron á tiro de cañon, las seis galeazas venecianas descargaron su artilleria sobre la armada enemiga, y la desordenaron, haciendo en ella grande estrago, echando á fondo algunas galeras, y destrozando otras.


(…) El humo de la pólvora formó una niebla tan espesa, que oscureció enteramente el sol, y el dia parecia noche. Acaeció entonces una cosa admirable, y fue que de repente calmó el viento que soplaba á los turcos por la popa, y levantándose el de Poniente, que era favorable á los nuestros, arrojó el humo hácia el enemigo.  En el espacio de hora y media fueron rechazados por tres veces los genízaros por los españoles de la capitana, haciendo en ellos mucha mortandad; pero entrando por la popa otros de refresco en lugar de los heridos, rechazaron á los españoles otras tres veces. Cayó el almirante Alí herido en la frente de un balazo, y los españoles renovaron el combate con mucha gritería; derribaron y destrozaron todo cuanto les servia de estorbo para la victoria, y se apoderaron de la capitana enemiga. (…) Levantóse en toda la armada un gran clamor de los que con ánimo alegre proclamaban la victoria, aunque todavia se peleaba atrozmente en muchos parajes.

Créditos:
Extracto del capítulo XIV Dispone el Turco una grande armada contra los venecianos, y pierden estos á Nicosia y Famagusta en la isla de Chipre. Alianza de los principes cristianos contra el Otomano. Derrota de la armada de este en la célebre batalla de Lepanto, del Libro Sesto, de la obra del Padre Mariana Historia general de España, en la edición publicada por la Imprenta y Librería de Gaspar y Roig (en Madrid, calle del Príncipe, 4), en el año de Nuestro Señor de 1852, de la biblioteca del autor (Tomo 2 – pp. 451-452).
Fotografía del fresco sobre la Batalla de Lepanto, con representación del Papa San Pío V, en la Capital de la Virgen del Rosario, en la Iglesia de Santa María, de Requena, en abril de 2009,el autor.

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