martes, 21 de enero de 2014

Sin valores, también a la vida quitó el valor

El problema de Lenin era que creía que se podían conseguir cosas mediante la coerción, el terror y el asesinato. «Dictadura -y apréndase esto de una vez para siempre- significa poder ilimitado basado en la fuerza, no en la ley» (enero de 1918). «Es una gran equivocación creer que la NEP [Nueva Política Económica] pondrá fin al terror. Volveremos al terror y al terror económico» (marzo de 1922).Y así sucesivamente; hay docenas de declaraciones parecidas. Lenin, durante su primer día de mandato, prefirió no enterarse cuando el Segundo Congreso de los Sóviets abolió la pena de muerte. [Nota al pie: Restablecida por el gobierno provisional de Kerenski para castigar las deserciones del frente. Los bolcheviques habían hecho campaña anteriormente con la consigna «Abajo la pena capital, restablecida por Kerenski».] «Bobadas -decía Lenin-: ¿cómo se puede hacer una revolución sin ejecuciones?» Pensar de otro modo era «debilidad intolerable», «ilusión pacifista», etc. Hacía falta la pena capital o no sería una revolución «de verdad», como la francesa (pero no como la inglesa, la de Estados Unidos ni, desde luego, la rusa de febrero de 1917). Lenin quería ejecuciones; tenía el corazón puesto en las ejecuciones. Y las tuvo. Se ha sugerido la posibilidad de que en el período 1917-1924 muriera más gente a manos de la policía política que en todos los frentes de la guerra civil.
Dicho escuetamente: con Lenin, el «valor de la vida humana se vino abajo», en palabras de Alain Brossat. Y así quedó zanjado el asunto durante treinta y cinco años.

Tal día como hoy, unos conmemoran el nonagésimo aniversario del fallecimiento de Vladimir Ilich Uliánov, Lenin.

Otros, en cambio, aunque su régimen continuara, celebramos el fin de su inicio.

(Lo más triste es que, hoy en día, el “valor de la vida humana” sigue en manos de la “política”.)

Créditos:
Extracto de la sección Diez tesis sobre Ilich (en concreto, se trata de la resis X), en la primera parte, El hundimiento del valor de la vida humana, de Koba el Temible. La risa y los Veinte Millones, obra de 2002 de Martin Amis, según traducción de 2004 de Antonio-Prometeo Moya, para la edición de la obra publicada por Anagrama con el número 577 de su colección Panorama de Narrativas (pp. 42-43), de la biblioteca del autor.

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