viernes, 4 de abril de 2014

Este sueño ya está cantado

ADELA.- Entonces, ¿qué miradas te preocupan?
JULIÁN.- Otras, las que le envías a cierto tenor.
ADELA.- Pero ¿es posible que digas eso?
JULIÁN.- Te crees que soy tonto.
ADELA.- ¿Que yo miro a Anselmi?
JULIÁN.- La otra noche no le perdiste de los ojos.
ADELA.- ¿Dónde?
JULIÁN.- En el Real.
ADELA.- Pero, majadero, ¿a quién iba a mirar si estaba cantando?
JULIÁN.- Podías haber mirado a unos y a otros.
ADELA.- A la lámpara del techo, a los acomodadores, a ti, que estabas descosiendo una silla para ver si encontrabas chinches; a Pedro, que se había dormido e iniciaba un solo de ronquidos que desarrolló durante la romanza... Miraba a Anselmi, claro, porque
cantaba.

Es una pena que Pedro, en 1900, no hubiera llegado a conocer al doctor Bremón, del que se decía, allá por 1860:
LUISA.- ¡Una de las cosas que dicen que ha inventado es unas píldoras para no dormirse en la ópera!
CORUJEDO.- ¡Qué cerebro!
EMILIANO.-  Eso es más grande que lo del seguro de vida, señor Corujedo.

(Bueno, también puede ser porque la obra de aquél se estrenó dieciséis años más tarde que la de éste.)

El caso es que quien se ha ‘dormido’ he sido yo, y hasta hace unos días no he comprobado que la nueva temporada de ópera del Teatro Real de Madrid ya está anunciada.

Aunque lo único (nuevo) que encuentro en ella es, paradójicamente, la traviata.

Créditos:
Extracto del Acto Primero de El baile, obra incluida en Obras selectas, de Edgar Neville, edición preparada por él mismo, y publicada por Biblioteca nueva, en enero de 1969, tomado de una edición facsimilar (pág. 207), de la biblioteca del autor.
Extracto del primer acto de Cuatro corazones con freno y marcha atrás, tomado de Obras completas de Enrique Jardiel Poncela, Tomo I, según la séptima edición de AHR, de 1973 (pp. 889-890), de la bibliteca del autor.
Fotografía del publico, en patio de butacas y palcos, en el estreno de Fidelio, en el Teatro Real de Madrid, en abril de 2008, del autor.

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