martes, 15 de abril de 2014

Que la libertad levante el vuelo

Cuando volvió al nido, con un gusanito en la boca, el jilguero no encontró a ninguno de sus hijitos. Alguien, durante su ausencia, se los había robado.
El jilguero empezó a buscarlos por todas partes, llorando y trinando; todo el bosque resonaba con sus desesperados reclamos, pero nadie respondía.
Un día, un pinzón le dijo:
- Me parece que he visto a tus hijos en casa del campesino.
El jilguero voló lleno de esperanza, y en poco tiempo llegó a casa del campesino. Se posó en el tejado: no había nadie. Bajó a la era: estaba desierta.
Pero al levantar la cabeza vio una jaula en la ventana. Sus hijos estaban dentro, prisioneros.
Cuando lo vieron, agarrado a los palos de la jaula, se pusieron a piar pidiéndole que los libertase. Él trató de romper con el pico y las patas los barrotes de la prisión, pero fue en vano.


Entonces, llorando con desconsuelo, los dejó.
Al día siguiente volvió el jilguero de nuevo a la jaula donde estaban sus hijos. Los miró. Después, a través de los barrotes, los besó uno tras otro, por última vez.
Había llevado a sus crías una yerba venenosa, y los pajaritos murieron.
- Mejor morir –dijo– que perder la libertad.

Hasta aquí, el relato El jilguero de Leonardo de Vinci, recogido en el llamado Códice H, con la referencia Jilguero, 63 v.

La frase final del jilguero queda, no se puede negar, muy contundente.

El problema que le veo es que quien la pronuncia es el único que sigue en libertad… y vivo. Lo que me recuerda a aquellos que por la libertad (reclamada, en general, para el pueblo), están dispuestos a que se luche infatigablemente … pero por parte de otros.

Hubiera quedado mejor el relato con el jilguero lanzándose en vuelo picado contra la jaula, reventándola con el golpe, pudiéndose escapar las crías, y él quedando dentro, muerto en el sacrificio, tras, eso sí, pronunciar la frase famosa.

Pero no seré yo quien le enmiende un relato a Leonardo de Vinci.

Y menos aún el día en el que hubiera cumplido 562 años.

Créditos:
Transcripción del relato El jilguero, tomado de Fábulas y leyendas de Leonardo de Vinci, según traducción de María Teresa León y Rafael Alberti, tomada de la edición realizada, con autorización de Ediciones Nauta, por Círculo de Lectores en 1973 (pp. 24-25), de la biblioteca del autor.
Ilustración del relato, de Adriana Saviozzi Mazza, en la referida edición.

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