viernes, 24 de junio de 2016

Aprender del ejemplo

«Y habiéndose ido el sacristán, Cortado le siguió y le alcanzó en las Gradas, donde le llamó y le retiró a una parte, y allí le comenzó a decir tantos disparates, al modo de lo que llaman bernadinas, cerca del hurto y hallazgo de su bolsa, dándole buenas esperanzas, sin concluir jamás razón que comenzase, que el pobre sacristán estaba embelesado escuchándole; y como no acababa de entender lo que le decía, hacía que le replicase la razón dos y tres veces. Estábale mirando Cortado a la cara atentamente, y no quitaba los ojos de sus ojos; el sacristán le miraba de la misma manera, estando colgado de sus palabras. Este tan grande embelesamiento dió lugar a Cortado que concluyese su obra, y sutilmente le sacó el pañuelo de la faldriquera.»


Aunque en esta ocasión hemos estado menos "colgados de sus palabras", no por ello en la campaña electoral han dejado de darnos "buenas esperanzas, sin concluir jamás razón que comenzase(n)", ni por supuesto, nos han dejado de "decir tantos disparates".

Ahora ya solo falta saber si nos dejaremos sacar "el pañuelo de la faldriquera".

Créditos:
Extracto de la novela ejemplar Rinconete y Cortadillo, de Miguel de Cervantes,  tomado de Novelas ejemplares (I), según edición de Francisco Rodríguez Marín publicada en 1914 en la colección Clásicos Castellanos, y reproducida en edición facsímil por Espasa Calpe en 2010, de la biblioteca del autor.
Fotografía de la placa conmemorativa existente en Sevilla, en enero de 2011, del autor.

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