lunes, 14 de noviembre de 2016

Lunes… lunero


Aunque tenía que ser a las 18:11, las nubes sobre la línea del horizonte no permitieron empezar a ver la Luna hasta once minutos más tarde, para alegría de quienes, a la orilla del mar…


o desde el Paseo Marítimo, esperábamos, pocas veces mejor dicho, a la luna de Valencia.


[Y si, por influencia de la Luna, alguien cree ver el juego de manos de la Creación de Adán,… no diré que sea cosa de lunáticos, pero… mejor que se limite a ver, sólo, fotos de la Luna, dejándose de embrujos.]

Créditos:
Fotografías de la ‘superluna’ de esta noche, desde la playa de las Arenas, en Valencia, del autor.
[Las fotos de Alawen, aunque no haya playa, son mejores.]

viernes, 11 de noviembre de 2016

Desarmado, pero bien protegido

Muy poco antes de que terminase este bienio los bárbaros invadieron las Galias. Para repeler a los invasores el césar Juliano organizó poderosos regimientos y, para animar a sus huestes a que pelearan con bravura contra el enemigo ofreció a los combatientes cuantiosas sumas de dinero. Martín, que estaba dispuesto a no prorrogar su permanencia en el ejército, rechazó el incentivo que le ofrecían y dijo al césar:
- Yo estoy bautizado, soy un soldado de Cristo y como tal no me está permitido intervenir en esta clase de batallas.
 Juliano, indignado, le replicó de este modo:
- Si te niegas a tomar parte en esta guerra, no es por motivo de religión, sino porque eres cobarde y tienes miedo.
Martín, con viveza y valentía, rechazó la acusación de que era objeto, diciéndole a Juliano:
- Si pretendo darme de baja en la milicia no es porque sea cobarde y tenga miedo, sino por razones religiosas; para demostrarte que digo verdad, mañana, cuando comience la batalla, me presentaré ante los soldados enemigos completamente desarmado, sin escudo y sin coraza; y sin otra protección que la de la señal de la cruz, penetraré sin vacilar entre las tropas invasoras.
Juliano, para comprobar si Martín era efectivamente capaz de cumplir lo que había prometido, tras ordenar que lo vigilaran muy de cerca en evitación de que se escapara, dispuso todo lo necesario a fin de que al día siguiente el joven tribuno fuese colocado en un destacamento de vanguardia frente a los bárbaros invasores. Llegada la mañana, Martín ocupó el puesto que el césar le había asignado; poco después los enemigos enviaron una legación ante el general que mandaba las tropas romanas, manifestándole su decisión de rendirse sin condiciones. De ese modo quedó bien claro que la insigne victoria que en aquella ocasión el ejército imperial obtuvo sin el menor derramamiento de sangre sobre las fuerzas invasoras se debió exclusivamente a los méritos de tan santo varón.

[En la festividad de San Martín, Obispo de Tours, y en el nonagesimooctavo aniversario del armisticio de la Primera Guerra Mundial]

Créditos:
Extracto del capítulo dedicada a San Martín, Obispo, en La leyenda dorada, de Santiago de la Vorágine, según traducción de Fray José Manuel Mecías, tomado de la edición realizada por Alianza Editorial en su colección Alianza Forma (2ª edición, de 2016, tomo II, pp. 719-720), de la biblioteca del autor.
Fotografía de las ruinas de la iglesia de San Martín, en Ypres, realizada por Maurice y Robert Antony, el 15 de septiembre de 1919, tomada de The First World War: unseen glass plate photographs of the Western Front, recopilación de Carl de Keyzer y David van Reybrouck editada por Hannibal Publishing (2014-2015) y The University of Chicago Press (2015), de la biblioteca del autor.

martes, 8 de noviembre de 2016

Echando cuentas... y cuentos

Hace cuatro años (y dos días) tuvo lugar en Estados Unidos la quincuagesimoséptima elección presidencial. En aquella ocasión hubo 129.085.410 votos, que en más de un 98% se decantaron por uno de los dos principales candidatos: Barak Obama y Mitt Romney.

En realidad lo que se vota no es el Presidente sino la composición del Colegio Electoral, cuyos integrantes son quienes efectivamente votan (allá por diciembre) al Presidente (es decir, es una elección indirecta).

La composición del Colegio Electoral se dividió de modo que un total de 332 votos electorales eran favorables al entonces Presidente, Barak Obama, y 206 votos a favor del candidato, Mitt Romney.

Como se ve, la diferencia resultó apreciable: redondeando, un 62% frente a un 48%. Sin embargo, el reparto de los votos populares fue más ajustado: 51% frente a 47%.

Aunque podría parecer que los dos puntos que fueron a otros candidatos sin recompensa en el Colegio Electoral, tuvieron mucha más importancia en el resultado, no fue así. Por ejemplo, en Florida, donde, porcentualmente, el resultado fue más ajustado, hubo 72.976 votos a otros candidatos, pero la diferencia a favor de Obama fue de 74.309 votos, por lo que no hubo opción a que influyeran.

Sin embargo, se puede hacer otro planteamiento, aunque también relacionado con un cambio de voto.

Si ‘elegimos’ bien los estados, tendríamos que con que unos 68.000 votantes hubieran cambiado su voto de Obama a Romney en Nevada, unos 74.000 en Florida, 149.000 en Virginia y 166.000 en Ohio, hubieran cambiado de color los 6 votos electorales de Nevada, los 29 de Florida, los 13 de Virginia y los 18 de Ohio. En resumen, que con que 457.000 votantes hubieran cambiado de voto, Romney habría conseguido 66 votos más, lo que con los 206 obtenidos en otros estados, le hubiera permitido superar la cifra de 270 votos en el Colegio Electoral que le hubiera supuesto la Presidencia.

El caso es que estos 457.000 votantes representaban el 0,35% del total nacional de votos emitidos.

La conclusión es: ¿qué encuesta, de ámbito nacional, es capaz de ofrecer esta precisión?

Por eso, que a la cita de hoy haya llegado Donald Trump con un punto más que Hillary Clinton, o al revés, aparte de darle emoción al tema, ayuda para escribir sesudos análisis cosas como esta anotación.